Un poco de historia (XI)
9 de octubre de 2015
|
Tal como prometí en mi comentario anterior, hoy hablaré del Romanticismo, caracterizado por la frustración, la decepción y el pesimismo que se reflejó en las obras artísticas, a través de diferentes formas de evadir la realidad; por lo que este período histórico que marcó el siglo XIX europeo y luego se extendió por otras zonas geográficas, también puede considerarse un estado de ánimo.
Algunos prefirieron destacar su identidad, lo que se conoce como nacionalismo; otros escogieron el escapismo, creando obras inspiradas en el pasado remoto (especialmente la Edad Media); en la fantasía, en lo macabro y lo deformado, como es el caso de Poe y Dostoyevski; en lo exótico, ejemplo de lo cual podemos apreciar en las novelas de Walter Scout y la música de Berlioz…
Respecto a la evolución musical, fue durante el Romanticismo cuando surgió la orquesta sinfónica, lo que provocó que la presencia del director fuera indispensable, y obligó a los compositores a escribir obras cada vez más complejas y a los intérpretes, a perfeccionar su técnica para poder asumir tales repertorios. Nació así el virtuosismo en el piano y el violín, instrumentos que se perfeccionaron y permitieron el surgimiento de grandes artistas como Chopin y Liszt y violinistas como Paganini, entre otros.
Comentaré ahora sobre algunos compositores relevantes del siglo XIX, algunos de los cuales también fueron directores de orquesta.
Carl María von Weber (1786-1826) Este alemán, fue pionero del romanticismo nacionalista y el primero en crear óperas románticas entre cuyos títulos figuras: Oberón, Silvana y El francotirador (basada en una leyenda alemana y considerada una obra patriótica). Su catálogo incluye unas trescientas obras escritas para diferentes instrumentos, canciones y música coral.
Franz Schubert (1797-1828) A pesar de haber vivido solamente treinta y un años, es uno de los compositores austriacos más importantes de los primeros años del romanticismo, y a él se debe, entre otras cosas, la creación del lied (canción alemana donde la excelencia no solo está en la melodía sino en el texto). Aunque contemporáneo de Beethoven, trabajó la forma clásica de otro modo pero, como él, fue enemigo de la sumisión a los mecenas. Su talento melódico y lírico es un rasgo que se evidencia sobre todo en los lieder, las obras para piano y la música de cámara. Sin embargo, sus óperas y partituras de gran formato no han tenido la suerte de ser muy escuchadas, excepto sus dos últimas sinfonías: Inconclusa y Gran Sinfonía en do mayor. Famosos son sus ciclos de lieder: La bella molinera y Viaje de invierno. Escribió más de quinientas canciones.
Federico Chopin (1810-1849) Uno de los grandes virtuosos del piano del período romántico, fue también un excelente compositor, y por eso ha trascendido en ambos sentidos. De ascendencia polaco-francesa, su rasgo musical más relevante es la belleza de sus melodías y la suavidad de sus armonías, lo que se evidencia sobre todo en las obras para piano que, hasta hoy, ocupan un lugar preferencial en el repertorio pianístico. Según los biógrafos de Chopin, era un intérprete cuyos rubatos y legatos nadie pudo superar en su época, y su influencia fue determinante en los pianistas futuros. Su amplio catálogo de obras –donde predominan las escritas para piano– está impregnado de la melancolía eslava con la elegancia francesa e incluye obras de contenido nacionalista como sus polonesas y mazurcas, pero también escribió estudios virtuosos, baladas de fuerte dramatismo, preludios, nocturnos, valses, scherzos, impromptus, y conciertos para piano, donde sobresale la participación del piano, por encima de la orquestación.
Sobre los compositores románticos continuaré hablando en mi próximo comentario.
Galería de Imágenes
Comentarios