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Trascendencia y vigencia en el siglo XXI de los principios de José Martí

26 de enero de 2021

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José Martí a través de su breve pero fecunda existencia fue capaz de desarrollar una intensa actividad en aras de lograr reorganizar la lucha por la independencia de Cuba y también realizar distintas labores, entre ellas las de periodista, maestro, traductor de obras, cónsul y escritor.

Le dio una gran importancia al valor de las ideas, a tal punto que en uno de sus más significativos trabajos, el titulado Nuestra América, publicado en enero de 1891, llegó a asegurar: “Trincheras de ideas, valen más que trincheras de piedra.”

En cartas, trabajos periodísticos, discursos, así como en poemas y otras obras expuso principios de gran valor desde el punto de vista humanístico que en la actualidad siguen teniendo una gran significación y vigencia.

Precisamente por la trascendencia de su vida y de su legado Martí se ha convertido en un hombre, que más allá de haber sido alguien que actuó en forma consecuente con la época que desenvolvió su existencia, en un hombre también de estos tiempos porque sigue constituyendo fuente de motivación.

En la multifacética obra martiana pueden encontrarse valiosas enseñanzas que sirven para llevar adelante una batalla en defensa de los intereses tanto de nuestro pueblo como del mundo en sentido general.

Vale recordar que igualmente en uno de sus Versos Sencillos él precisó:

 

Con los pobres de la tierra

quiero yo mi suerte echar.

 

Martí no solo  expuso criterios muy elocuentes en torno al modo de proceder de los seres humanos sino que él fue consecuente con lo que afirmara puesto que como bien le expresó en una carta a Gonzalo de Quesada servir era su mejor manera de hablar.

Poeta, periodista, destacado orador, sobresalió por haber sido alguien profundamente humanista. Como hombre de grandes convicciones a través de su prédica hizo referencia a múltiples temas que hoy sirven de ejemplo para las actuales generaciones de cubanos y para hombres y mujeres de diferentes partes del mundo que lo admiran, lo estudian y aprecian el gran valor de su prédica.

Martí, por ejemplo, llegó a destacar que ser bueno da gusto, y lo hace a uno fuerte y feliz. Este concepto fue expuesto en 1889, en una de las ediciones de la revista La Edad de Oro, pero ya desde muchos años antes en uno de los trabajos que publicara en la Revista Universal de México, exactamente en 1875, había señalado algo muy importante que igualmente tiene que ver con el modo de actuar de los seres humanos.

Precisamente al respecto comentó Martí en la citada publicación mexicana: “La belleza, por sí misma es un placer. Hallamos algo bello, y hallamos algo de nosotros mismos.”

Y para Martí la belleza o fealdad no estaba solo  directamente relacionada con las características físicas de las personas, sino que él le dio una mayor relevancia a la belleza desde el punto de vista espiritual.

Baste tener en cuenta estos dos conceptos planteados por Martí, el ser bueno y el de la belleza espiritual, para aquilatar la vigencia que tienen los principios suyos en este siglo XXI cuando la humanidad tiene que enfrentarse al egoísmo, la maldad y a acciones de gran fealdad que llevan adelante en el mundo los que pretenden mantener la explotación de los pueblos, los que desean vivir para beneficio de sí mismos sin apreciar o sensibilizarse ante el daño que ocasionan a los demás y a la propia supervivencia del mundo como tal.

Martí sigue enseñando que los hombres crecen, “crecen físicamente, de una manera visible crecen, cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo, y cuando han hecho algún bien” y que “los hombres que quedan son los que encarnan en sí una idea que combate, o una aspiración destinada al triunfo,- los que pasan por el mundo voceando y luciendo, con velocidad extraordinaria –como los astros.”

Igualmente Martí resaltó: “No hay deleite mayor que el de ver a los hombres batallar con libertad y fe por lo que les parece verdadero,- así no hay espectáculo más doloroso que el de los hombres sumisos, por la ignorancia o la pasión, o el interés, a la voluntad ajena.”

Del valor de los principios de José Martí y de cómo sirvieron de fuente de enseñanza y motivación a sucesivas generaciones de cubanos, el máximo líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, ofreció consideraciones en varios discursos y también en sus Reflexiones y trabajos periodísticos, e incluso en la Historia me absolverá, alegato que expuso en el juicio que se le siguió en 1953 por haber organizado y participado en el asalto al cuartel Moncada.

El 29 de enero del 2003 en ocasión de hablar en la clausura de la Conferencia Internacional Por el equilibrio del mundo, celebrada en La Habana, con motivo del sesquicentenario del natalicio de José Martí, detalló Fidel: “Los que reanudamos el 26 de julio de 1953 la lucha por la independencia, iniciada el 10 de octubre de 1868 precisamente cuando se cumplían cien años del nacimiento de Martí, de él habíamos recibido, por encima de todo, los principios éticos sin los cuales no puede siquiera concebirse una revolución. De él recibimos igualmente su inspirador patriotismo y un concepto tan alto del honor y de la dignidad humana como nadie en el mundo podría habernos enseñado.

Fue un hombre verdaderamente extraordinario y excepcional.”

Y también detalló el aporte de Martí a la humanidad en sentido general:

“-Más allá de Cuba, ¿qué recibió de él el mundo? Un ejemplo excepcional de creador y humanista digno de recordarse a lo largo de los siglos.

¿Por quiénes y por qué? Por los mismos que hoy luchan y los que mañana lucharán por los mismos sueños y esperanzas de salvar al mundo, y porque quiso el azar que hoy la humanidad perciba sobre ella y tome conciencia de los riesgos que él previó y advirtió con su visión profunda y su genial talento.”

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