Thomas Merton en su centenario
8 de mayo de 2015
|Entre el silencio y la contemplación, para marzo, estaremos celebrando el centenario del nacimiento de Thomas Merton, poeta y místico norteamericano, considerado como una de las voces proféticas más altas del siglo XX.
Fray María Luis – tal era su nombre trapense- ardiendo, colocó sus iniciales junto a los que, desde el inicio de los tiempos, gastaron su vida clamando en el desierto, anunciando las buenas noticias que harían del Universo un sitio para la Justicia y la Verdad. No hay para estos hombres calificativos exactos. Si bien el poeta es un monje cristiano, su obra se derrama de tal modo que desembarca en la gran corriente universal del Amor y del Bien, donde lo mismo se encuentra un ateo que un budista, un musulmán que un agnóstico. Caben todos en esa catolicidad.
Más allá del tiempo que le tocó, el grito de Merton nos llega con renovada energía. Él, que hablaba y habitaba “a solas con él Solo”, trascendió los espacios monásticos y fue capaz de transformar y transformarse en una creatura nueva, despierta.
No encuentro modo mejor para celebrarlo que regalando, hoy y en próximos garabateos, versiones de sus poemas. En este caso se trata de un texto que, hasta donde sé, no se tradujo antes a nuestra lengua.
Elegía por cinco ancianas
(Newton, Mass., 20 de abril: Cinco mujeres, entre los 80 y los 90 años, se ahogaron esta tarde cuando un automóvil, sin chofer, se deslizó a través del césped de una casa de descanso y terminó hundiéndose en el Lago Crystal. “The New York Time”.)
Olviden que es primavera,
y nada más elogiemos
la voluntad irrefrenable de las cinco víctimas.
Sus compañeros, silenciosos, permanecieron en la casa.
Sin embargo, ellas se fueron más allá de los límites,
como los ahogados, como los huérfanos
que van a nadar sin pedirle permiso a nadie.
A este viaje no le acompañó la suerte.
Llegaron lejos, más allá de las fronteras.
La señora Watson dice haberlas visto salir a las tres y cuarenta y cinco.
La campana sonó tarde y fuerte.
Demasiado.
En este tiempo el agua es fría para cualquiera,
mucho más para un anciano.
El auto, de dos puertas y carrocería de latón,
no era confiable.
Sus ruedas estaban bien para un viaje corto y recto.
En este último viaje:
las puertas no se abrieron.
¡La diversión llegó tarde y fue breve!
Rindamos homenaje, en este instante,
a cinco personas legendarias,
a las célibes hijas de un paseo con mala suerte.
¡Déjense de contemplar la perversidad del automóvil,
al menos, mientras yo nombro, en voz alta,
a las cinco leales esposas de la Muerte!
Galería de Imágenes
Comentarios
Felicito a la emisora por acompañar la celebraqción del centenario de este gran contemplativo,escritor y poeta.Sería buena idea incluír también algo de su correspondencia con Cintio Vitier,y sobre su estancia en Cuba en los años 40. Gracias.