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Su carta testamento político y su compromiso con la causa de la independencia de Cuba

27 de marzo de 2015

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Federico Henríquez y Carvajal

Federico Henríquez y Carvajal

El 25 de marzo de 1895 José Martí se dirigió a través de una elocuente carta a su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal. Y por el contenido de lo que le expresa, y atendiendo al hecho que a menos de dos meses después se produjera su caída,  esta carta ha sido calificada como su testamento desde el punto de vista político.
Y me parece oportuno que antes de comentarles en relación con lo que Martí expresara en la citada misiva, les ofrezca algunos datos sobre Federico Henríquez y Carvajal, para que ustedes sepan cómo se inició la amistad entre ambos.
Federico Henríquez nació en Santo domingo el 16 de septiembre de 1848 y ejerció el magisterio en su país. Llegó incluso a dirigir la Escuela normal de maestros y profesores y también la Escuela de bachilleres. Igualmente impartió clases de economía en el Instituto de la Universidad de Santo Domingo.  Además fue miembro honorario o correspondiente de varias sociedades, ateneos y academias de Europa y de América Latina.
Fue un ferviente admirador de la causa de la independencia de Cuba y desde su revista Letras y Ciencias, así como en otras publicaciones, defendió el derecho de Cuba a su liberación del dominio colonial español.
En septiembre de 1892 durante una visita que efectuó Martí a Santo Domingo para entrevistarse con Máximo Gómez, conoció a Federico Henríquez quien  incluso lo acompañó en recorridos que hicieron por los lugares más pintorescos e importantes de la capital dominicana.
Poco antes de la partida de Martí de Santo Domingo, Federico Henríquez lo llevó y presentó en la Sociedad Amigos del País, lugar en el que pronunció un discurso.
Atendiendo a esa relación no es de extrañar que en 1895 cuando se hallaba en Santo Domingo, ya próximo a salir hacia Cuba, Martí le expresara a Federico Henríquez y Carvajal algunas consideraciones significativas en torno al compromiso que tenía con la causa de la independencia de su tierra natal y además le expusiera otras reflexiones sobre su propia vida.
En la parte inicial de la carta que le escribió el 25 de marzo de 1895 Martí le expresó a Federico Henríquez y Carvajal que “escasos, como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos,  y  sienten con entrañas de nación, o de humanidad.”
Se refirió más adelante al gran anhelo que tenía por hallarse en Cuba para poder apreciar y contribuir al desarrollo de la lucha por la independencia.
Precisamente en relación con su decisión de enfrentar los peligros que se derivarían de su presencia en el lugar donde se desarrollaban los combates en el territorio cubano, le manifestó a Federico Henríquez y Carvajal: “Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar. Para mí la patria, no será nunca triunfo, sino agonía y deber.”
Y al referirse al hecho que ya la guerra se había iniciado hacia un mes en Cuba igualmente le comentó a su amigo dominicano: “Ya arde la sangre. Ahora hay que dar respeto y sentido humano y amable al sacrificio; hay que hacer viable, e inexpugnable, la guerra: si ella me manda, conforme a mi deseo único, quedarme, me quedo en ella; si me manda, clavándome el alma, irme lejos de los que mueren como yo sabría morir, también tendré ese valor.”
José Martí enfatizó  en esta carta que quién pensaba en sí no amaba a la Patria, y tras exponer que su mayor anhelo era participar de modo directo en la lucha y si era preciso morir callado, patentizó: “Para mi, ya es hora. Pero aún puedo servir a este único corazón de nuestras Repúblicas. Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo.”
También Martí le agradeció a su amigo dominicano  las muestras de cariño hacia Cuba que le había patentizado  y en correspondencia con ello le señaló en la  citada carta: “Me arranco de usted y le dejo, con mi abrazo entrañable, el ruego de que en mi nombre, que sólo vale por ser hoy el de mi Patria, agradezca por hoy y para mañana, cuanta justicia y caridad reciba Cuba. A quién la ama, le digo en un gran grito: hermano. Y no tengo más hermanos que los que me la aman”.
En esta carta que  reitero suele ser considerada como una especie de testamento político de José Martí, él hizo referencia a la posibilidad de morir en la batalla que emprendería por la independencia de Cuba y al resumir el sentido internacionalista que le atribuía a la lucha, precisó: “Debo a usted un goce de altura y limpieza, en lo áspero y feo de este universo humano. Levante bien la voz: que si caigo, será también por la independencia de su patria.”
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