¿Siria? ¡México!
15 de agosto de 2017
|Las incursiones del terrorista Estado Islámico (EI) en Siria dejaron entre destrucción y muerte la triste herencia de fosas comunes en cada región holladas por sus huestes de fanáticos dirigidos por cabecillas que se dice ligados a las agencias de inteligencia occidentales e israelí.
Hoy el EI está “de capa caída”, tras los embates del ejército sirio y sus aliados de Rusia y El Líbano, y el apoyo iraní, a pesar de las frecuentes intervenciones de una coalición internacional dirigida por Estados Unidos, que ataca civiles y trata de entorpecer las acciones antiterroristas.
Pero los centenares, miles, de cadáveres sepultados en tales fosas, la mayor parte decapitados, es una “bicoca” en comparación con lo que está sucediendo desde hace años en México, con el agravamiento de una sociedad que no sabe que hacer y una gobernanza que sí sabe, pero prefiere por diversas y execrables razones darle inmunidad a los victimarios.
Hace unos días, la televisión local mostró un video de un aficionado en el que un sicario ejecutaba a una familia entera en una playa mexicana, poco antes de ser halladas otras dos fosas comunes no muy alejadas de la mayor de todas encontrada en el estado de Sinaloa, donde se hallaron osamentas de cerca de unas 4 600 personas.
La aparición de fosas clandestinas a lo largo y ancho del país con cientos de cadáveres o sus partes; las noticias constantes de desapariciones de mujeres solas, de grupos de jóvenes, de estudiantes, y posterior hallazgo o no de sus cuerpos; los videos del narco ejecutando o mutilando gente, nos remontan al pasado, a los campos de exterminio nazis que existieron, y que todavía persisten en algunos países.
Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Morelos, Sinaloa, Sonora, Nuevo León, Tamaulipas, entre otros Estados, han reportado tener fosas clandestinas. Lo irónico es que dichos lugares, en su mayoría, no han sido descubiertos por las autoridades, por la policía que debiera hacer su trabajo, sino por los familiares de las personas desaparecidas que claman justicia, que lloran por su seres queridos, y por saber qué fue de ellos. Un ejemplo escalofriante es el del estado de Veracruz, donde en cuatro años la policía sólo ha encontrado seis fosas clandestinas, mientras que los ciudadanos en tan sólo cinco meses han encontrado 90.
Pero no sólo el crimen organizado participa en la formación de fosas clandestinas, también lo hace la propia policía, como es el caso de la Fiscalía del Estado de Morelos que enterró ilegalmente en una fosa común en el panteón de Tetelcingo, en el municipio de Cuautla, Morelos, más de 117 restos de seres humanos, donde por lo menos, 84 cuerpos presentaba huellas de violencia, mutilaciones, disparos de arma de fuego, heridas cortantes o incompletos
Por su parte, el gobierno federal tiene un registro total de 27 659 desaparecidos, desde el 2007 hasta el 31 de diciembre del 2015. Tamaulipas y Veracruz encabezan la lista.
En Facebook se pueden leer los casos de diferentes mujeres, todas ellas con dos características similares: son jóvenes y atractivas. Ellas son Vanessa Gaspar Gómez, de 15 años de edad, quien desapareció en Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México;Montserrat Yael Gutiérrez Robles, de 17 años, desaparecida en Ciudad Azteca; y Nancy Ríos García, de 32 años, desaparecida en el Centro de la Ciudad de México. Son solo tres reportes entre miles.
El término “campo de exterminio” se acuñó durante la Segunda Guerra Mundial en la época de la Alemania nazi. En estos “campos de la muerte” se asesinaban a todo tipo de opositores al régimen, principalmente comunistas, pero también a aquellas personas por su condición de judíos, gitanos, homosexuales, negros, Testigos de Jehová, discapacitados y enemigos de la guerra, entre otros. En esa época existieron siete campos de exterminio, principalmente en Polonia, entre los que destacan Auschwitz-Birkenau y Treblinka. Ahí, las escuadras de defensa militar y policiaca conocidas como “SS”, lideradas por Adolfo Hitler, exterminaban de forma masiva a los prisioneros.
Entre los horribles métodos utilizados estaban los ahogamientos masivos, donde apilaban a diversos prisioneros y los amarraban con cuerdas y alambres, para posteriormente ser arrojados a un río o pantano. También se utilizaban las cámaras de gas donde cabían entre 500 y 700 prisioneros, las cámaras eléctricas,cuyo suelo estaba electrificado; el ahorcamiento, el despeñamiento, el hacinamiento, los golpes con martillo en la cabeza, el uso de veneno, los fusilamientos masivos, la invitación al suicidio, la muerte en duchas de agua helada, por fuego o por bombas. En muchos casos, la muerte iba acompañada de tortura, abuso, y mutilación.
Pero estos métodos no han sido exclusivos de la Alemania nazi, porque en México hay evidencias de algunas de esas horribles prácticas y, como en el campo de Patrocinio, la utilización de tanques donde quemaron vivas a las víctimas, para luego calcinarlas e impedir su identificación, si fueran encontrados los restos,
A lo anterior, en el ámbito del país de los aztecas, hay que agregarles las muertes en la guerra contra las drogas, la lucha entre los cárteles, la trata de personas, la pornografía infantil, los secuestros, la prostitución, que en conjunto, dejan en promedio 56 asesinatos diarios. Existen alrededor de 1,600 víctimas de homicidio doloso por año, según datos de diferentes años del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Pero las cifras no oficiales refieren que pueden ser muchos más.
Se le echa la culpa a problemas de la sociedad, e incluso se llegó a hablar del fatalismo de la idiosincrasia del mexicano ignorante, que aún cree que se merece lo que le está ocurriendo, dándole un carácter divino a una situación de impunidad en la que la gobernatura y sus ramas en toda la nación son los principales culpables, y de la que mucho, mucho más, hay que escribir.
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