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Sinfonía de la emoción y el pensamiento

12 de julio de 2013

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La eterna lucha entre la cabeza y el corazón es tema de cualquiera de nosotros cuando estamos cerca de alguien o somos protagonistas de la guerra entre lo que pensamos y lo que sentimos y nos preguntamos ¿qué hacer? ¿Seguir los mandatos del corazón o lo que nos dicta la razón? Y ahí, si pides consejo, viene la verdadera guerra, porque hay quienes defienden seguir los dictados del corazón, enarbolando teorías como que “el corazón no se engaña”, “el corazón es la voz de la intuición” seguidos de ejemplos personales, pero también nos encontramos la posición contraria, de que “hay que tener la cabeza bien puesta para tomar decisiones sabias”, con lo cual solo nos ayudan a estar más enredados y confusos.

El primer error es que no son el corazón y la cabeza los contrincantes, sino la amígdala y el neocórtex, figuras anatómicas que pertenecen al sistema nervioso los que están involucrados en el problema. El corazón acaparó el protagonismo del sentimiento y la emoción porque con el apresuramiento de sus latidos en representación de lo que sentimos se convierten en lo más llamativo para decirnos que hay algo que nos provoca algo importante, como una campana tocando fuerte. De cualquier forma, sepas anatomía y de la existencia de la amígdala y el neocórtex o sigas creyendo que los protagonistas son la cabeza y el corazón, también es un criterio falso el creer que andan siempre en guerra, porque entre ambos también, además de las luchas, con más frecuencia hay tratados de cooperación, y te digo porqué; hay una conexión entre ambas estructuras, una vía nerviosa que permite interactuar al pensamiento con la emoción y como resultado permite un pensamiento más claro y como resultado tomar una decisión más inteligente ¿por qué? Pues porque las emociones le dan al pensamiento el matiz humano, los gustos y disgustos de tu historia personal. Existen estudios científicos que demuestran que las personas que tienen dañada esta conexión y toman decisiones laborales y personales desastrosas, porque nada más han usado el raciocinio y han perdido algo fundamental que es el aprendizaje emocional, por lo que los sentimientos son fundamentales para la toma racional de decisiones, porque nos guían en la dirección adecuada para sacar el mejor provecho de lo que nos dice el raciocinio frío.

¿Qué profesión debo estudiar? ¿Me debo casar con ella o él? Son preguntas que son mejor respondidas cuando la razón y el corazón tocan la sinfonía de la inteligencia racional y la inteligencia emocional.

Sé que por regla general pensamos en las decisiones tomadas solo por las emociones y que nos llevan al fracaso, pero lo que sucede es que son las más recordadas y por cada ejemplo que podamos poner de arrebatos emocionales, podemos pensar en cien en donde la armonía entre el raciocinio y las emociones logran el acuerdo que escribe la sinfonía de la vida.

 

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