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Sindo Garay. El trovador más grande (III)

24 de marzo de 2022

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Para el año 1915, Sindo Garay y su familia atraviesan en la capital cubana por una difícil situación económica, fue entonces que descargó toda su amargura con los boleros “Amargas verdades”, con versos de Pepe Elizondo, y “Adiós a La Habana”, obras que levantaron serios rechazos en los círculos trovadorescos. Ello motivó a  Manuel Corona y José Cardona, a que de inmediato le contestaran con sentidos boleros, donde imaginaban a Sindo como un ingrato con la capital cubana.

Esto obligó a Sindo Garay a emprender un histórico deambular por Cuba, iniciado en Pinar del Río y que culminó en los más apartados lugares del oriente del país.

Encontrándose fortuitamente en Cienfuegos, coincide con la visita a esa ciudad del gran guitarrista y concertista español Vicente Gelabert, de este encuentro surgió la admiración del gran artista europeo por la obra y estilo de tocar la guitarra del gran trovador santiaguero. En este deambular recala con su mujer e hijos en la ciudad de Bayamo, lugar que lo inspiró a componer su canción “La bayamesa”, y que en ocasiones, algunas etiquetas discográficas rubrican como “Mujer bayamesa”.

Nuevamente asentado en la capital cubana, el gran trovador desborda su vena creativa y compone los boleros “Aún quedan indios”, “Ojos de sirena”, “Ya es tarde”, “El huracán y la palma”, y la rumba “Lupisamba y Yuca y Ñame”; graba algunos discos entre 1928-29 junto a su hijo Guarionex para el sello “Columbia”, y entra en contacto con la cantante Rita Montaner, quien lo suma a la gira que la gran artista inicia a finales de 1928 por Francia. Este periplo le propició al trovador su debut en el renombrado teatro “Palace” de Paris, alcanzando tales éxitos que le valieron para que, algo después, en Cuba se presentara junto a su hijo Guarionex, en el aristocrático teatro “Auditórium”, regenteado entonces por la opulenta “Sociedad Pro Arte Musical”.

A lo largo de su inmensa carrera Sindo Garay fue merecedor de importantes reconocimientos por instituciones gubernamentales y privadas, entre otras la medalla conmemorativa por el Centenario del Natalicio de Antonio Maceo. En 1946 el musicólogo Argeliers León considerando  los altos valores de su obra, lo invita a ilustrar con sus composiciones un curso de música cubana impartido en la Universidad de La Habana; en este año la radioemisora RHC Cadena Azul le grabó junto a sus hijos, parte de su música en 150 placas de acetato, y la ciudad de Bayamo lo declara “Hijo Adoptivo de Bayamo”. Sin embargo, estos merecimientos a su obra, de acuerdo a su grandeza como artista, resultaban poco, y su estatus económico cada vez era más precaria.

En 1959, luego del triunfo de la Revolución Cubana, compone su último bolero, al que tituló “Testamento lírico”; a partir de entonces, el “Trovador más grande” pudo disfrutar de un total reconocimiento, descanso merecido y estatus económico decoroso.

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