¿Siempre antibióticos?
4 de abril de 2014
|La resistencia a los antibióticos es una de las amenazas a la salud pública más apremiantes en el mundo actual. Los numerosos medicamentos pertenecientes a la vasta familia de los antibióticos, son una poderosísima herramienta de que dispone la terapéutica moderna para combatir las enfermedades mortales de origen bacteriano, pero su uso puede tener efectos secundarios.
El uso en exceso de los antibióticos incrementa la aparición de bacterias resistentes a esos medicamentos. Al igual que sucede con todos los medicamentos de prescripción, los antibióticos solamente se deben tomar cuando el médico determina que son necesarios. Muchas personas suelen pensar erróneamente que los antibióticos son útiles para el tratamiento de cualquier infección. Sin embargo, esta es una creencia falsa, ya que muchos de los pequeños trastornos que se padecen, sobre todo en los niños, están causados por virus que son resistentes al efecto de estos medicamentos.
Los resfriados y muchas otras infecciones de las vías respiratorias superiores, al igual que algunas infecciones de oído, son causadas por virus, no por bacterias. Si se usan los antibióticos con mucha frecuencia para tratar afecciones en las que no son verdaderamente necesarios, estos pueden dejar de ser eficaces contra las bacterias,
Desde hace años, la resistencia a los antibióticos ha sido motivo de preocupación por las autoridades sanitarias, ya que el uso continuado de antibióticos provoca una selección natural de los gérmenes, que de forma progresiva se hacen más resistentes. Las personas que toman antibióticos con frecuencia necesitan cada vez más fármacos de mayor potencia para combatir las infecciones y este problema no afecta solo al sujeto en particular, sino a toda la población, ya que estas cepas que se hacen resistentes son las que acaban por predominar y se van propagando entre la población.
El uso de los antibióticos de manera incorrecta y el abandono del tratamiento antes de tiempo, son otras dos prácticas que también han ocasionado una mayor resistencia a estos medicamentos. Es imprescindible respetar las horas entre las dosis indicadas por el médico y no dejar de tomar el medicamento, o dejar de administrarlo en el caso de los niños, aunque los síntomas de la enfermedad hayan desaparecido, ya que las resistencias de las bacterias a los antibióticos aumentan cuando estos se toman a dosis incorrectas o de forma irregular.
El hecho de que el médico no prescriba antibióticos, no significa que no se esté enfermo. Es siempre aconsejable hablar con el médico sobre el mejor tratamiento para la enfermedad que padecemos, ya que existen otras medidas, no necesariamente “medicamentosas”, que ayudarán al alivio de los síntomas sin necesidad de exponerse a los riesgos que supone el uso de antibióticos cuando realmente no son necesarios.
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