¿Será posible combatir la malaria con el hedor de los pies?
14 de marzo de 2014
|La malaria (del italiano medieval mala aria (mal aire) o paludismo (del latín palus, pantano) es una enfermedad que puede ser causada por una o por varias de las diferentes especies de Plasmodium: Plasmodium falciparum, Plasmodium vivax, Plasmodium malariae, Plasmodium ovale o Plasmodium knowlesi, las tres primeras reportadas en el continente americano. Los vectores de esta enfermedad son diversas especies del mosquito del género Anopheles. Como es sabido, tan sólo las hembras de este mosquito son las que se alimentan de sangre lo que contribuye a la maduración de los huevos; los machos no pican y no pueden transmitir enfermedades, ya que únicamente se alimentan de néctares y jugos vegetales.
Las formas posibles de contagio son: la trasmisión por vía placentaria de una madre a su hijo, por la picadura de un mosquito y también mediante transfusiones sanguíneas de donantes que han padecido la enfermedad.
Es la primera enfermedad en importancia entre las enfermedades debilitantes. Cerca de 700.000 y 2,7 millones de personas mueren al año por causa de la malaria, de las cuales más del 75 % son niños en zonas endémicas de África, fundamentalmente al sur del Sahara. Causa, además unos 400–900 millones de casos de fiebre aguda al año en la población infantil (menores de 5 años) en esas mismas zonas.
En las regiones donde la malaria es altamente endémica, las personas se infectan tan a menudo que desarrollan la inmunidad adquirida, es decir, son portadores más o menos asintomáticos del parásito.
Durante décadas, las autoridades sanitarias han combatido la malaria con insecticidas, mosquiteros y medicamentos. Por ejemplo, la primera vacuna desarrollada objeto de ensayos de campo fue la SPF66, desarrollada por Manuel Elkin Patarroyo, médico colombiano, en 1987, fue probada en una colonia de monos (Aotus trivirgatus) de la región amazónica. Tuvo una efectividad entre 40 y 60 % en adultos, y de 77 % en niños. Sin embargo, aún no se conoce la forma en que esta vacuna confiere inmunidad, por lo que sigue siendo una improbable solución a la malaria. Al ser evaluada en Gambia, Tanzania y Tailandia, la vacuna demostró no tener la efectividad esperada, por lo que se detuvo el proceso de fabricación y vacunación con la SPF66. De todas maneras ha sido la única vacuna más efectiva contra la malaria hasta ahora desarrollada.
Se siguen investigando y desarrollando otras vacunas, y también otros métodos para combatir a los mosquitos trasmisores, por ejemplo, la técnica de los insectos estériles, los insectos transgénicos, o genéticamente modificados. En 2007, la publicación PLoS Patógenos aseguró que los pepinos de mar (holoturias) bloquean la transmisión del parásito de la malaria, pues producen lecitina, que retarda el crecimiento de esos protozoos.
Ahora, los científicos creen contar con una nueva arma poderosa para luchar contra la enfermedad transmitida por los mosquitos anofelinos: el hedor de los pies humanos.
En un estudio de laboratorio realizado por The London School of Hygiene and Tropical Medicine (Escuela Londinense de Higiene y Medicina Tropical), los investigadores hallaron que los mosquitos infectados con la enfermedad tropical eran más atraídos al mal olor de un calcetín que los que no estaban infectados. De manera que los insectos portadores del parásito de la malaria tenían tres veces más probabilidad de ser atraídos a un calcetín hediondo.
El descubrimiento podría ayudar a crear trampas exclusivamente para los insectos portadores, dicen los investigadores.
“Los pies malolientes sirven para algo, después de todo”, dijo uno de los científicos. “Cada vez que identificamos un nuevo factor de la interacción del mosquito de la malaria con nosotros (los humanos) estamos un paso más cerca de controlarlo mejor”, agregó después.
Los expertos saben desde hace tiempo que los mosquitos son atraídos por los olores humanos, pero no estaba bien claro si eran más atraídos los que estaban infectados con la malaria. Como dato curioso, se estima que los insectos infectados representan el 1 % de la población total de mosquitos.
Los científicos creen que usar trampas exclusivamente para los mosquitos con malaria podría hacer que menos mosquitos se tornaran resistentes a los insecticidas y que sería difícil para los insectos evadir las trampas basadas en su sentido del olfato.
El próximo paso, proponen los investigadores, consiste en identificar los componentes químicos que intervienen en el hedor de los pies humanos a fin de sintetizarlo para usar en las trampas para mosquitos, sin embargo, el sentido del olfato sumamente desarrollado en los mosquitos dificulta conseguir la fórmula precisa.
Dijo uno de los científicos que algunos quesos olorosos despiden el mismo olor que los pies humanos, pero, los mosquitos no se ven atraídos al queso, porque ha evolucionado tanto su olfato que distinguen la diferencia. Hay que conseguir la mezcla, porcentajes y concentraciones de esas sustancias químicas con exactitud, porque de otro modo el mosquito no detectará que se trata de un ser humano.
Recordemos que…“la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.
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