¡Señoras y señores: Adela Legrá cumple 80 años!
17 de octubre de 2019
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Adelaida López Legrá nació en Caimanera, Guantánamo el 17 de octubre de 1939. De origen campesino, en un inicio se dedica a trabajos agrícolas y luego a tareas domésticas. En búsqueda de la protagonista de una película, el jovencísimo Humberto Solás la descubre en Baracoa, la somete a varias pruebas junto a más de un centenar de aspirantes y, finalmente, la selecciona para el personaje titular del exitoso mediometraje Manuela, rodado en 1966.
La relevante actuación de Adela Legrá, una figura no profesional al lado de un actor de experiencia en el teatro como Adolfo Llauradó fue muy valorada por la crítica, sobre todo por el francés Marcel Martin que no vaciló en calificar de obra maestra este mediometraje acerca de la joven campesina que se incorpora a los rebeldes en la Sierra, donde conoce por primera vez el amor.
Solás explicó en varias entrevistas que rodó la película valiéndose de la improvisación. Nunca ensayaron nada. Sabía que Adela Legrá era una mujer vital y además había observado que tiene mucha voluntad. Ella se entregó a su trabajo. Fue muy interesante porque tenía que laborar también con Adolfo Llauradó, ya que permanecían casi siempre juntos en escena. El cineasta tenía que trabajar con ellos por separado: su trabajo con él tenía un carácter más racional. Sin embargo, con Adela era muy diferente, se basaba, según sus palabras, en la pasión.
La singular fotogenia de ese rostro recio y bello a la vez, su sinceridad y lozanía contribuyen a que Solás concibiera en 1968, expresamente a la medida de su temperamento el papel de la muchacha campesina enfrentada al esposo machista en el tercer cuento de Lucía, un clásico del cine iberoamericano. La última historia se ubica en un año impreciso a inicios de la década de los sesenta, si bien la trama apunta a 1961, en medio de la Campaña Nacional de Alfabetización. Responde al nombre de Lucía una campesina enfrentada a los celos del marido quien no le permite trabajar y alfabetizarse, luego de su incorporación al trabajo en una salina. Todo el vigor de su personaje parece transmitirlo la versión de la Guantanamera por el maestro Leo Brouwer. De nuevo al lado de Adolfo Llauradó, Adela Legrá personificó a esta mujer que no se resiste a ser solo un instrumento para la satisfacción de su marido. El famoso plano en que su mirada parece desafiar al espectador, que luego sería inmortalizado por el pintor Raúl Martínez en el cartel que diseñara para la película:
A partir de aquí, la actriz se traslada para La Habana e integra el reparto de varios filmes y seriales para la televisión como Algo que debes hacer y La gran rebelión… A lo largo de casi una década ella es confinada a papeles secundarios en títulos como Rancheador (1971), de Sergio Giral; El brigadista (1977), dirigida por Octavio Cortázar; Aquella larga noche (1979), a las órdenes de Enrique Pineda Barnet; Polvo rojo (1982), de Jesús Díaz y en la comedia Vals de La Habana Vieja (1988), realizada por Luis Felipe Bernaza. En 1990 Adela colaboró con Tomás Piard en su corto La próxima vez y en la serie televisiva El castillo de cristal. Dos años después Gerardo Chijona la escogió para un personaje en su opera prima Adorables mentiras (1992) y Octavio Cortázar para un rol episódico en Derecho de asilo (1994), sobre la noveleta de Alejo Carpentier. Ese mismo año también integra el reparto en las coproducciones con España: Maité, de los vascos Carlos Zabala y Eneko Olasagasti y Tirano Banderas, de José Luis García Sánchez.
Al cabo de tres décadas de residir en la capital, Adela Legrá decide jubilarse y se radica en Santiago de Cuba, aunque sin abandonar el cine. En los últimos tiempos fue llamada para un pequeño personaje en Nada (2001), de Juan Carlos Cremata, que luego no apareció en pantalla, mientras que Humberto Solás volvió a acudir a ella para el personaje de la madre en las secuencias finales de Miel para Oshún, un tributo a la tercera Lucía con aquella clásica toalla y el sombrero de guano para protegerse del sol. Posteriormente le asignó otro papel en la película coral Barrio Cuba (2005), que cerrara la filmografía de este importante creador.
Adela Legrá ha recibido algunos reconocimientos por su trayectoria, como la entrega de la Placa Heredia en Santiago de Cuba y varios homenajes entre los que sobresalen el del Havana Film Festival de Nueva York en el 2002 y el del primer Festival Internacional del Cine Pobre de Gibara le rindió tributo hace varios años, y en el 2018 le entregó el premio Lucía.
A su paso por el cine cubano le han dedicado los documentales: Adela un nombre de mujer, de Jordi Rodríguez y Quién me quita lo bailao, de Guillermo de la Rosa y José A. Estrada y, a su vez, ofrece sus testimonios en Ecos de un final y Memorias de Lucía, dirigidos en el 2002 por Carlos Barba, así como en Lucía y el tiempo, de Alain Rodríguez. El más reciente acercamiento documental a esta actriz es Manuela: el rostro rebelde del cine cubano (2018), de Manuel Jorge.
Cada vez es más recurrente el adjetivo emblemático, y es forzoso acudir a él porque pocos pueden definir con precisión este rostro de nuestra cinematografía que es la actriz Adela Legrá, quien festeja este 17 de octubre en Santiago de Cuba su cumpleaños número 80.
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