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Se sabía desde antaño…

16 de agosto de 2024

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Salix nigra

Salix nigra

«El conocimiento ancestral es tan importante o válido como la ciencia moderna, igual de rigurosa, y que se ha adquirido con la práctica durante siglos»

Según Hugo Us Álvarez, originario del pueblo Maya K’iché. Es especialista en desarrollo social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Guatemala, e investigador sobre pueblos originarios de América.

 

 

La historia de la humanidad está plagada de las contribuciones que los pueblos indígenas han aportado a las ciencias aplicadas modernas, como la medicina, la biología, las matemáticas, la ingeniería y la agricultura. Sin embargo, muchas de esas contribuciones son desconocidas.

Numerosos fármacos, instrumentos médicos, alimentos o técnicas de cultivo que hoy se utilizan a diario en el mundo tienen sus raíces en lo más profundo del conocimiento de nuestros pueblos originarios.

Veamos algunos ejemplos de cosas que estas comunidades saben desde hace siglos y que la ciencia descubrió, mucho después.

 

  1. Para el dolor. Una cultura de la medicina basada en la naturaleza ha desarrollado muchos pueblos indígenas y que ha servido en la actualidad para tratamientos para combatir el dolor: la aspirina, cuya sustancia base es el ácido salicílico que proviene del sauce negro, Salix nigra, es un árbol originario del este de Norteamérica, desde Nuevo Brunswick y el sur de Ontario hacia el oeste hasta Minnesota, y hacia el sur hasta el norte de Florida y Texas. Los indígenas norteamericanos lograron extraer el ácido de la corteza de este árbol hace cientos de años y lo usaban con quienes sufrían de algún dolor muscular u óseo.

 

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Otro ejemplo es el Quillay, Quillaja saponaria, un árbol endémico de la Zona Central de Chile. El quillay es conocido por su «corteza de jabón» por sus saponinas vegetales, unas moléculas que hacen espuma al entrar en contacto con el agua y que se han convertido en un codiciado potenciador de la respuesta inmunológica. Desde tiempos ancestrales, por los indígenas mapuches las utilizaban para curar todo tipo de males, desde enfermedades estomacales y respiratorias hasta problemas en la piel y reumatismos. Se le conoce por sus propiedades como adyuvante en vacunas, en cosmética, como insecticida de polillas, espumante de bebidas y aditivo de películas fotográficas.​ Es fuente de glicósidos de saponinas comerciales en preparados oficinales y tradicionales.

Cuando la pandemia de Covid-19, ese componente, la saponina, se convirtió en un codiciado potenciador para la formulación de vacunas contra el Sars-CoV-2.

Por ejemplo, el espino blanco Crataegus monogyna, se encuentra de forma natural en toda Eurasia y en África de norte. Por su espectacular floración se ha introducido como planta ornamental en Madeira, América del Norte, Argentina, Chile, Australia y Nueva Zelanda. Por lo que se refiere a su uso medicinal, los ingredientes activos de sus flores son: tanino, flavonoides, aceites esenciales, triterpenos y derivados de purinas. Los de sus frutos: taninos, flavonoides, pigmentos y vitaminas. Se usa en infusión para tratar varios problemas de corazón y circulatorios y como soporte de terapia con Digitalis, que son las dedaleras, un género de una veintena de especies de hierbas y arbustos, de la familia de las escrofulariáceas, nativas de Europa, Asia Menor y África del norte. La más conocida de las especies de Digitalis es Digitalis purpurea, de la que se extrae la digitalina, un glucósido de potente acción cardiotónica.

  1. Superalimentos. Actualmente, hay alimentos que están viviendo un boom de consumo en el mundo gracias a que, según expertos, tienen increíbles propiedades nutricionales. Uno de ellos es la espirulina, es el nombre de un suplemento dietético que se obtiene a partir de cianobacterias del género Arthrospira, concretamente dos especies: Arthrospira platensis y Arthrospira maxima. Originariamente estaban incluidas en el género Spirulina, lo que dio nombre al suplemento nutricional. ​

 

espirulina

espirulina

 

La espirulina fue una fuente de alimento para los aztecas y otros pueblos mesoamericanos hasta el siglo XVI; uno de los soldados de Cortés describió la cosecha del lago de Texcoco en México y su posterior venta en tortas. Los aztecas lo llamaban tecuitlatl. Los mexicas, los descendientes de los aztecas, recolectaban el alimento rico en proteínas de la superficie del lago Texcoco. Se cree que lo consumían con maíz, tortillas, frijoles, chiles o mole como un «combustible» para viajes largos.

Lo mismo ha sucedido con otros alimentos que fueron ignorados durante años, pero que hoy se posicionan como favoritos por sus propiedades: la quinua, Chenopodium quinoa, es una hierba perteneciente a la subfamilia Chenopodioideae de las amarantáceas. Técnicamente se trata de una semilla, pero se conoce y se clasifica como un grano integral. Es nativa del altiplano de los Andes que comparten Argentina, Bolivia, Chile y Perú.5​ Fueron las culturas prehispánicas las que la domesticaron y la cultivaron.​ Se cultivaba solo en la cordillera andina. Actualmente, los principales países productores son Argentina, Bolivia, Ecuador, Estados Unidos, Chile, Colombia y Perú, aunque su cultivo se está extendiendo a diversos países de Europa y Asia, con altos niveles de rendimiento.

 

Semillas de chía

Semillas de chía

 

Ha sucedido igualmente con la chía, Salvia hispanica, una planta herbácea de la familia de las lamiáceas; es nativa del centro y sur de México, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, ​ Costa Rica y Paraguay. Junto con el lino, Linum usitatissimum, es una de las especies vegetales con la mayor concentración de ácido graso alfa-linolénico omega 3 conocidas.​ Se cultiva por ello para aprovechar sus semillas, que se utilizan como alimento, cuyo cultivo era crucial para los indígenas de América, superado solo por el maíz y el frijol.

El amaranto, Amaranthus, es un género de plantas herbáceas y anuales perteneciente a la familia Amaranthaceae. Es una de las especies más utilizadas por los pueblos mesoamericanos, una semilla alta en hierro, que aporta proteína y energía, y que actualmente está en proceso de rehabilitación. El amaranto era un alimento de gran consumo y altamente apreciado. Formaba parte de los rituales religiosos, curativos y sociales de las culturas precolombinas en Latinoamérica. Era parte de las ofrendas que se entregaban a los dioses, a los gobernantes y a los muertos en las tumbas. Por ejemplo, en ocasiones especiales, el amaranto, molido o tostado, se mezclaba con miel de maguey y la pasta resultante se utilizaba para modelar figurillas de animales, guerreros, elementos de la naturaleza o de la vida cotidiana como golosina y, por supuesto, deidades como el dios de la guerra, Huitzilopochtli. Al finalizar la ceremonia de culto, las figurillas eran cortadas y repartidas entre los asistentes, quienes las comían, también era utilizado en los ritos de sacrificio donde sumergían los corazones para después poder morderlos y hacer la ofrenda a los Dioses. Su consumo fue reemplazado por los cereales a la llegada de los españoles como parte del proceso de colonización, a pesar de constituir un alimento básico de la población de ese entonces. Los colonizadores llevaron la religión cristiana, condenando todo elemento reminiscente de los ritos indígenas, lo cual resultó en que el amaranto resultara «satanizado» y su cultivo, posesión y consumo quedaran prohibidos en tiempos coloniales. Esta situación prevaleció durante siglos y la consecuencia fue su desaparición.

  1. Protección contra el Sol. El uso del protector solar tiene una historia mucho más larga de lo que probablemente imaginamos. El concepto de aplicarse sustancias o cremas para no broncearse viene desde hace cientos de años atrás.

Está documentado que los indígenas americanos utilizaban el aceite de la planta de achiote, Bixa orellana, llamada también achote, acotillo, anate, bija, cacicuto, onoto, rocú, urucú, ururú, además de otros nombres locales. Es una especie botánica arborescente de la familia de las bixáceas, de las regiones intertropicales de América, se cultiva, específicamente, en Brasil, México, República Dominicana, América Central, Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú y Bolivia desde la época precolombina. En Paraguay crece en forma espontánea en el sotobosque nativo. De su fruto se obtiene la especia homónima, empleada como colorante y condimento en la comida popular. (que hoy algunas marcas lo venden bajo la promesa de disminuir arrugas o eliminar manchas).

También muy utilizado fue el girasol, Helianthus annuus, también llamado mirasol, maravilla, maíz de teja, acahual.  Es una planta herbácea anual de la familia de las asteráceas originaria de Centro y Norteamérica y cultivada como alimenticia, oleaginosa y ornamental. Existen registros de su domesticación alrededor del 2600 a. C en México. Su cultivo se remonta al año 1000 a. C. ​ En muchas culturas originarias americanas, el girasol fue utilizado como la representación de la deidad solar, principalmente los aztecas y otomíes en México, y los incas, chancas, huancas y chachapoyas en el Perú. Francisco Pizarro lo encontró en Tahuantinsuyo, donde los nativos veneraban una imagen de girasol. Los españoles llevaron figuras de oro de la flor, así como semillas, a Europa a comienzos del siglo XVI,​ desde allí se extendió a prácticamente todo el mundo, ​ donde hoy es cultivado intensivamente con fines alimenticios y ornamentales.

 

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Si bien las técnicas para aminorar los efectos del sol en la piel se han perfeccionado en el siglo XXI, actualmente, muchas empresas de cosméticos naturales fabrican sus productos sobre la base a lo que han utilizado los indígenas durante siglos.

 

 

 

 

 

  1. También, para protegerse del sol, los pueblos originarios crearon otro objeto que hoy forma parte de nuestra cotidianeidad: las gafas de sol. Según los registros históricos, fueron los indígenas innuit, que habitan la zona del Ártico americano, quienes diseñaron este artefacto para resistir al reflejo del sol sobre la nieve. Los anteojos eran hechos con madera o con huesos de los antílopes que vivían en la zona y tenían una delgada apertura por donde se podía mirar.
  2. Hibridación de plantas. Las técnicas de cultivo de los pueblos indígenas han sido admiradas por el mundo moderno debido a su sofisticación. Los indígenas aprendieron que la selección persistente de ciertas semillas les permitía controlar la diversidad de sus siembras, como sucedió en el caso del maíz, los frijoles o las calabazas.

En el libro “Hibridación de plantas antes de Mendel”, de Herbert Fuller Roberts (1870-1937), publicado en 1929, se señala que hay evidencia de que algunas culturas antiguas incluso aplicaban técnicas de polinización artificial y que tenían conocimiento de que ciertas especies tenían sexo femenino o masculino, lo que les permitió hacer discriminaciones en pro de sus cultivos.

 

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De esta forma, y de acuerdo con Chris R. Landon, autor de una investigación titulada Contribuciones de los indios americanos a la ciencia y la tecnología, los indígenas «se convirtieron en maestros de la hibridación de plantas mucho antes de que los investigadores botánicos del siglo XIX Gregor Mendel y Luther Burbank».

Recordemos que… “La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Solo hay un modo de que ella perdure: respetarla y servirle.

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