San Felipe Neri: del Oratorio y el Banco a la Sala de Conciertos
11 de septiembre de 2015
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De acuerdo con su propia inscripción, este edificio, ubicado en Aguiar Nº 402 esquina a Obrapía, en La Habana Vieja, fue erigido sobre los muros de una antigua institución religiosa, el Oratorio San Felipe Neri, y terminado el 15 de abril de 1928 para el Banco del Comercio, S.A., siendo su director facultativo el arquitecto Rafael Goyeneche.
En 1844 el número de religiosos de la congregación había disminuido, por lo que el gobierno decidió instalar en el edificio a la Sociedad Económica Amigos del País sin establecimiento propio aún, luego, hacia los años sesenta lo ocuparían también –según el historiador Jacobo de la Pezuela– la escuela de Nobles Artes, un gabinete de Historia Natural y una sala de exposición de industrias. En 1923, suspendidas las funciones de la comunidad, la iglesia fue vendida al Banco del Comercio.
Esta institución financiera, existente desde el siglo XIX y ubicada en distintos emplazamientos, finalmente instituyó aquí su sede para desempeñar funciones de banca comercial como préstamos y descuentos, bonos y acciones, créditos e inversiones.
La fisonomía exterior del templo del siglo XVII cambió desde el instante en que se demolió su torre. La fachada se remodeló adicionándole elementos decorativos en profusión, tornando aquel lienzo colonial en uno ecléctico seguidor de la España renacentista. El maestro cantero Eduardo Farías labró a cincel la fachada en piedra de Capellanía e igual trabajó y remató cuidadosamente las puertas, ventanas, y gárgolas.
Un zócalo de granito rojo pulido, llamado Nerón, se colocó para recubrir la parte inferior a modo de enchape. El pórtico se adelanta con columnas corintias pareadas a ambos lados las cuales sostenían el entablamento identificador del Banco del Comercio. Al centro, la pequeña entrada y encima, el balconcillo –reminiscencia del vano original de la iglesia– y un movido y fraccionado frontón, escudo, columnillas y volutas. Los laterales están constituidos por ventanas y cuadrifolios para ventilar e iluminar el edificio, al tiempo que equilibran el resto de la composición, protegidos todos por la cristalería y el hierro fundido.
Tiene además entrada lateral por la calle Obrapía que conducía a la Caja de Ahorros, siendo esta fachada más sobria, de piedra dura de Capellanía, pulida hasta alcanzar el aspecto que hoy ofrece.
Una contradicción llama la atención y es que al reconstruir el inmueble para el banco mantuvieron, en algunos aspectos, la tipología religiosa. Tal vez por el gusto del comitente y el facultativo, o para aprovechar lo existente, dejaron las huellas de la antigua iglesia. Por consiguiente, se encuentran mezclados diferentes tipos de materiales así como el modo de emplearlos, y coexisten espacios destinados a la función bancaria y otros conservados como si fuesen a utilizarse para la actividad religiosa, es decir, propios para meditar y no para intercambiar valores.
De este modo, conserva la planta de la iglesia donde el espacio del altar fue sustituido por el de las bóvedas de seguridad y sendas columnas con estuco que soportan el entablamento donde practicaba su oficio un gran reloj. Se mantiene la distribución espacial de tres naves, la central abovedada y las laterales con cubierta plana protegida por un falso techo a imitación de madera y una cúpula de linterna del mismo material.
Falsos arcos y columnas se atavían de abundante decoración, donde la hoja de acanto es protagonista de ella tanto como del falso despiezo del revestimiento. Toda la ambientación interior fue diseñada por el propio Goyeneche y ejecutada por el notable escultor Manuel Pascual. La caoba tallada por la mueblería La Moda se aprecia también en la balaustrada del antiguo coro, luego convertido por el banco en salón de Directores, igualmente en el zócalo, las columnas salomónicas y el tímpano que presidían el ventanal de la mesa de actos.
Los mármoles coloridos de sus pisos, también el granito de la fachada, fueron suministrados por la prestigiosa casa alemana La Grasyma, la cual tenía una representación en la capital cubana. De esta manera, se combinaron el mármol “castaño-gris”, el rojo-alemán” y el “gris de Hungría”. Las piezas de mármol que más llamaban la atención eran las columnas y pilastras que decoraban el salón de Depositantes pues alcanzaban cinco metros de altura y habían sido realizadas en una sola pieza, además tenían sus capiteles en mármol blanco de Carrara.
En 1952, por negociación acordada, The Trust Company of Cuba compró las acciones del mencionado Banco del Comercio, fusionándose así ambas entidades y quedando el sitio de Aguiar y Obrapía como sucursal de la primera. Al nacionalizarse la banca en Cuba y desocuparse el edificio, la función que más la identificó en nuestros días fue la de Casa de Acuñación de la Moneda en Cuba.
Desde febrero de 2004, San Felipe Neri fue convertido en sala de conciertos tras su rehabilitación integral por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, que previó, incluso, recuperar el funcionamiento de las bóvedas bancarias. El escenario se situó en la zona del antiguo presbiterio, debajo de la cúpula, de espaldas a las bóvedas de seguridad y frente al coro alto, y como detalle sui géneris, y verdaderamente atractivo, quedó debajo del mismo, la única piedra fundacional en La Habana Vieja encontrada en su sitio original, luego de minuciosos trabajos arqueológicos. La piedra puede admirarse a ras del suelo del podio, en tanto las 33 monedas macuquinas que contenía se exhiben en una vitrina ubicada en la nave lateral derecha. Para estrenarse como sala de conciertos, el Conjunto de Música Antigua Ars Longa interpretó el Oratorio Sacro a la Pasión del Cristo Nuestro Señor, del valenciano Antonio Teodoro Ortells.
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