Salvar la Amazonía, reclamo de la Naturaleza
16 de abril de 2021
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Las llamas devoran los grandes bosques en los cinco continentes: desde la Amazonía al Ártico y a los eucaliptales en Australia, donde más de 3.000 millones de animales están afectados. El ser humano es el responsable de tres cuartas partes de los incendios del mundo, mientras, muchos bosques tardarán décadas en recuperarse y los incendios empeorarán la crisis climática que sufre el planeta.
La Amazonía, es una vasta región de la parte horizontal y septentrional de América del Sur que comprende la selva tropical de la cuenca del río Amazonas. Las adyacentes regiones de las Guayanas y el Gran Chaco también se las considera parte de la Amazonia.
Esta selva amazónica es el bosque tropical más extenso del mundo. Se considera que su extensión llega a los 7 000 000 km² repartidos entre nueve países, de los cuales, Brasil y Perú poseen la mayor extensión, seguidos por Bolivia, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam, Guayana Francesa y Ecuador.
La Amazonia se destaca por ser una de las ecorregiones con mayor biodiversidad en el planeta. Además, la Amazonia apoya a la regulación del ciclo de carbono y del cambio climático{\displaystyle {\ce {CO2}}}.
El 11 de noviembre de 2011 la selva amazónica fue declarada una de las siete maravillas naturales del mundo.
¿Por qué tenemos que salvar la Amazonía?
Porque la Amazonía es el mayor bosque tropical del mundo, contiene un tercio de las selvas del planeta y acoge el 15% de todas las especies conocidas, su riqueza es tal que cada tres días se descubre allí una especie nueva. Toda la flora de la selva tropical húmeda sudamericana está presente en la Selva Amazónica y un 20% de las especies mundiales de plantas se halla en el bosque amazónico. En las lagunas a lo largo del río Amazonas florece la planta Victoria amazónica, cuyas hojas circulares alcanzan más de cuatro metros de diámetro. Existen en ella innumerables especies de plantas todavía sin clasificar y el 50% de las especies de madera son exóticas.
Porque el título de “Pulmón del Planeta” que ostenta, no es casualidad, ya que mantiene un equilibrio climático: los ingresos y salidas de CO2 y de O2 están equilibrados.
Porque además de concentrar una gran biodiversidad, su conservación es vital en la lucha contra el cambio climático, porque sus árboles almacenan 140.000 millones de toneladas de carbono, el equivalente a la emisión actual de gases por actividades humanas durante 100 años.
Porque entre los mamíferos, el Amazonas posee enorme cantidad de especies, como los monos, el jaguar, el puma, el tapir y los ciervos. En sus aguas viven maravillosos delfines, como el delfín rosado.
Porque en ella hay reptiles como tortugas acuáticas y terrestres, caimanes, cocodrilos, y multitud de serpientes, entre estas, la anaconda —el mayor ofidio del mundo.
Porque no hay otro ecosistema en el mundo con tanta cantidad de especies de aves; entre las que destacan los guacamayos, tucanes, las grandes águilas como el águila harpía, y muchas otras de coloridos plumajes. Un 20% de las especies mundiales de aves se halla en el bosque amazónico.
Porque cada 20 segundos se pierde una superficie de bosque amazónico equivalente a un campo de fútbol. Los científicos ambientalistas concuerdan en que la pérdida de la biodiversidad es resultado de la destrucción de la selva, y que se evidencia con la aparición en el área del río Caquetá a un sistema anterior del bosque selvático en el cual se utilizaron suelos de forma permanente “tierras prietas” gracias a su progresivo abono y por lo que así evitó las migraciones.
Porque la deforestación para producir soja y carne es responsable de la mayoría de incendios forestales, y un 85% se deben a la deforestación ilegal, el año pasado los incendios forestales aumentaron un 30% en la Amazonía brasileña, se registraron más de 90.000 focos, en su mayoría debidos a la deforestación ilegal. Los gobiernos no han hecho nada para evitarlo, ¿qué le deparará este verano a la Amazonía?
Porque el humo de los incendios contiene grandes cantidades de partículas finas que contaminan el aire y pueden provocar enfermedades cardiovasculares, respiratorias y casos de muerte prematura que están agravando la crisis provocada por la COVID-19.
Porque, solo en 2019, más de 2.200 personas fueron hospitalizadas por problemas respiratorios relacionados con los incendios, y esto es sólo una muy pequeña muestra de la dimensión real del problema ya que la mayoría de afectados no acude a un hospital. Además, cientos de comunidades indígenas están perdiendo sus hogares por los incendios.
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