Rómulo Gallegos
28 de marzo de 2014
|La nave, en vuelo irregular, pide autorización de aterrizaje a la torre de control. Se establece la comunicación y el piloto informa. Reina la sorpresa entre el personal del aeropuerto de Rancho Boyeros: los pasa¬jeros son el presidente constitucional de Venezuela Rómulo Gallegos, derrocado días atrás, y su familia. Nadie los aguarda. Los relojes marcan alrededor de las 10 de la mañana del 5 de diciembre de 1948.
Pese a lo inesperado del arribo, la noticia se hace pública de inmediato y Gallegos comienza a recibir las expresiones de respeto y admiración del pueblo cubano.
El Presidente, así se le sigue llamando, se hospeda en el hotel Nacio¬nal. Más de un amigo conocedor de la irreprochable honestidad del mandatario-escritor le ofrece alojamiento en su casa, y él declara: “Debo pensar en eso porque apenas tengo dinero para aguantar en este hotel unos días…”
El lunes 6 el Ayuntamiento de La Habana lo declara por unanimidad Huésped de Honor de la Ciudad. Los diarios reseñan con amplitud todas sus declaraciones. El presidente cubano, doctor Carlos Prío, quien recién se ha estrenado en el cargo, lo recibe en la sede del gobierno.
En el Parque Central numerosas personalidades de la cultura y de la política le rinden impresionante homenaje. El sabio polígrafo cubano don Fernando Ortiz, destaca:
“¡Rómulo Gallegos, hijo espiritual de Simón Bolívar! Cuba os admira y está con vos, no sólo por lo insigne de vuestra personalidad intelectual, ética y cívica, ni por ser el presidente de la fraterna nación venezolana, sino también porque sois el símbolo vivo de la democracia atropellada por la fuerza incivil”.
En otra demostración de simpatía, más de 30 000 aficiona¬dos presentes en el Gran Stadium del Cerro (hoy Estadio Latinoameri¬cano) tributan de pie cerrada ovación al conocer la presencia del exmandatario en la instalación.
La Federación de Estudiantes Universitarios lo declara Huésped de Honor del Estudiantado y de la Juventud Cubana.
Tales son solo algunos de los homenajes que merece Gallegos en Cuba, donde se publican sus “Obras completas”, en 1949, y donde colabora con asiduidad en la revista Bohemia. También escribe su novela “La brizna de paja en el viento”, en la cual aborda el tema del pistolerismo en Cuba. Este texto quiebra el silencio narrativo del autor luego de un marcado alejamiento debido a su quehacer político. Gallegos tuvo un exilio largo, compartido principalmente entre Cuba y México, y no volvió a su patria hasta 1958, a la caída del gobierno de Marcos Pérez Jiménez.
Murió en 1969, a edad avanzada (85 años).
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