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Robert Redford

19 de agosto de 2020

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Alguien dijo, no recordamos quién, que al conocer a Robert Redford comprobó que no se parecía a ninguno de sus personajes, y esto era muy consolador. El elogio, porque parece serlo, viene al caso con motivo de la estancia de Redford  en La Habana.

Llegó el viernes 29 de abril de 1988. Su segundo filme como realizador se había estrenado poco antes: El Milagro, acerca del drama de una comunidad mexicana en los Estados Unidos. El primero que dirigiera, titulado Gente como uno, le había valido el Oscar de 1980 en la categoría de dirección, quizá la más valorada por los conocedores del séptimo arte.

 

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A Robert Redford lo invitó Gabriel García Márquez, presidente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. El actor norteamericano, presidente a su vez del Instituto Sundance, creado por él mismo en 1981 para estimular el desarrollo de los nuevos talentos y la creación de los realizadores independientes, llegó con un loable objetivo: el de la búsqueda de un acercamiento, de un intercambio sistemático de experiencias entre ambas instituciones.

El día mismo del arribo visitó la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Luego de recorrerla, expresó optimismo acerca del futuro de esta y enfatizó:

“Hay que darle toda la atención debida a los realizadores”.

No era el propósito de Redford dar ninguna conferencia de prensa, pero tampoco pudo escapar del encuentro con los periodistas y se mostró muy amable. Dijo “sentir afinidad por el valor de las relaciones humanas, las personas y el conocimiento de las culturas”.

 

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Expresó también que no creía tener un método suyo, personal, de actuación y estuvo de acuerdo en aceptar que cada nueva película es un riesgo porque “nadie sabe en qué va a parar”. Por último, sentenció que “el cine es una fuerte expresión universal de mucho valor para las relaciones con otras culturas”.

En cualquier caso, y con independencia o la suerte que corriera su segunda película, es decir, El Milagro, Redford patentizó su satisfacción por las actuaciones de Sonia Braga y de Rubén Blades, brasileña ella y panameño él. Porque si algo caracteriza el quehacer de Robert Redford en estos últimos tiempos es su interés por la realidad y el cine que se realiza en los países de habla hispana del continente americano.

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