Responsabilidad de los adultos en la administración de medicamentos de los menores
17 de julio de 2018
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Una persona adulta es responsable del cumplimiento de su tratamiento médico. De su administración a las horas indicadas, en las dosis prescritas y de la finalización del tratamiento conforme a lo indicado por el médico. Sin embargo, en el caso de los más pequeños, esta responsabilidad no recae en ellos sino en sus padres o tutores.
Cuando el médico le indica un tratamiento medicamentoso a un niño, son los padres o las personas a cargo del menor quienes tienen la responsabilidad de llevar a cabo su correcto cumplimiento. Todas las pautas a seguir deben ser vigiladas y cumplidas por el adulto responsable, pues de ello depende la curación y el bienestar del pequeño.
La responsabilidad del adulto a cargo del cuidado del menor supera el marco de la obediencia con las pautas de administración, puesto que no se trata solo de cumplir cualquier tratamiento médico que haya sido indicado, sino también de evitar actitudes peligrosas que pongan en riesgo la salud del niño. En los pequeños, acudir a prácticas irracionales como la automedicación queda totalmente prohibido.
Creer que los niños son igual que los adultos es un completo error. Las dosis de los niños se calculan en base al peso o las características fisiológicas propias de la edad, por ello administrar medicamentos a un niño tomando como referencia la dosis indicada a un adulto lo pone en riesgo de sufrir las graves consecuencias de una sobredosis.
Otro error muy frecuente es confundir la dosis indicada de una cucharadita con la de una cucharada. Esta última es tres veces mayor que la primera. Una cucharadita equivale a 5 mililitros representado por la abreviatura mL. Su equivalente son 5 centímetros cúbicos cuya abreviatura es el cc.
Para la administración es recomendable usar los implementos medidores que contenga la presentación del medicamento. En estos casos pueden encontrarse los goteros y los vasos dosificadores, los cuales cuentan con una escala graduada que facilita la correcta administración de la dosis.
Por el contrario, emplear utensilios domésticos como pueden ser cucharas de cocina o cucharitas de postre, pueden llevar a la administración de cantidades incorrectas del medicamento poniendo en riesgo la salud del menor.
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