Renovación Musical
12 de marzo de 2019
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En mi comentario dedicado al maestro Harold Gramatges, mencioné el grupo Renovación Musical al que perteneció, por lo que hoy hablaré de él que –al decir de Alejo Carpentier– “inició una nueva etapa de progreso en la conciencia artística cubana”. Y es que su aparición trajo nuevas luces a los compositores de los años 40 de la pasada centuria.
Los integrantes de Renovación, eran jóvenes que se habían destacado por su excelencia, y se propusieron renovar los esquemas musicales establecidos desde el pasado pero, además, querían ofrecer conciertos y conferencias para dar a conocer, cultivar y difundir la buen música, según las más puras tendencias del momento; crear en Cuba una conciencia artística por medio de una labor encaminada a destacar nuestra identidad y, por último, aspiraron a tratar de hacer una obra constante de crítica orientadora y constructiva sobre los problemas más importantes de la música universal.
El concierto inaugural del Grupo Renovación Musical, tuvo lugar el 19 de enero de 1943, en el Lyceum Lawn Tennis Club, y en él se estrenaron obras de los jóvenes compositores: Julián Orbón, Serafín Pro, Gisela Hernández, Hilario González, Edgardo Martín, Virginia Fleites, Esther Rodríguez y Harold Gramatges, todos alumnos del maestro José Ardévol. En su comentario publicado por el Boletín del Grupo, el crítico Antonio Quevedo destacó la calidad de las obras y los intérpretes y añadió: “Esta presentación, tan ansiosamente esperada, echa a volar a una nueva generación de músicos, con alas firmemente extendidas en la cultura y en la técnica. Queremos verle planear muy alto, unidos como ahora en la amistad, sin temor a las flechas ciegas que cortan los aires, salidas sabe Dios de qué arcos”.
Quizás lo más importante del Grupo Renovación Musical fue la heterogeneidad de sus integrantes a quienes, sin embargo, unía el propósito de mostrar una estética bien definida, caracterizada por el trabajo serio de cada uno de ellos. Sin embargo, hubo algún que otro “crítico”, que sintió la necesidad de manchar la imagen positiva de estos jóvenes, no sé si por envidia o por ignorancia; tal es el caso de un señor Custodio a quien el joven Serafín Pro le dio merecida respuesta cuando escribió: “Dice el señor Custodio que no son diferentes nuestras obras, las unas de las otras, o se diferencian en bien poco; que la orientación general parece la misma y que los prejuicios que cortan las alas a su imaginación también tienen idéntico rango. Decimos nosotros: si se trata de un grupo de personas que han estado reunidas durante varios años en las mismas aulas, laborando en las mismas disciplinas, siguiendo las orientaciones de un mismo maestro, escuchando la misma música y comulgando día a día en el mismo credo, ¿extraña al señor Custodio que esas personas tengan la misma orientación, las mismas ideas y las preferencias y repugnancias? ¿Qué es lo que motiva y logra todas las agrupaciones, tanto en el mundo físico como en el social, sino la afinidad? ¿Formaríamos “un grupo”, bueno o malo, acertado o equivocado, sin esa afinidad que el señor Custodio encuentra reprobable? /…/ ¿Está seguro el señor Custodio que nuestras obras son realmente parecidas? Una persona de las más cultas de nuestro mundo musical , nos decía a la salida del concierto: “He oído en la música de ustedes, alusiones a muchos músicos y escuelas del pasado y del presente que muestran de manera inequívoca las preferencias e inclinaciones a veces tan disímiles, de cada uno de ustedes” /…/ El señor Custodio no oyó en nuestro concierto sino un montón confuso e indiferenciado de música “moderna” y cayó en el simple y banal error de esas personas que creen ingenuamente que todos los chinos son iguales.
Espero que este comentario le hay motivado a buscar más información sobre el Grupo Renovación Musical, porque nuestro espacio no alcanza para más.
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