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Por siempre Harold

19 de marzo de 2019

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Mi comentario de hoy estará dedicado a quien fuera un compositor cubano de excelencia, un maestro ejemplar y un ser humano que siempre estaba dispuesto a ayudar, sobre todo, a los músicos más jóvenes: Harold Gramatges.

Nacido en Santiago de Cuba el 26 de septiembre d 1918, Harold escuchó música desde sus primeros años de vida, pues su padre –de origen catalán– tocaba el violín, aunque también había estudiado ingeniería, arquitectura y matemáticas en la Universidad de Ohio, Estados Unidos. Tal vez de él heredó el talento musical que se evidenció cuando contaba 5 años y reproducía al piano, de oído, lo que escuchaba en su hogar, razón por la cual sus padres comenzaron a darle clases y, a los 8 años hizo su primera presentación, como pianista, ante la Sociedad Teosófica de su tierra natal. Un año después, ingresó en el Conservatorio Provincial de Oriente, fundado y dirigido por la eminente maestra Dulce María Serret, del cual se graduó a la edad de 18 años. Decide entonces viajar a La Habana, donde se prepara, académicamente, para realizar estudios superiores en el Conservatorio Real de Bruselas, Bélgica.

Harold Gramatges poseía una sólida formación académica y entre sus profesores estuvieron el catalán Enrique Ganados, y los fundadores y directores de las orquestas Filarmónica y de Cámara de La Habana: Amadeo Roldán y José Ardévol. Al obtener Premio con su “Sonata” para clavichémbalo, en 1942, obtiene una beca para estudiar con Aaron Copland y Serge Kussevitzki en The Berkschire Music Center de Tanglewood de Massachusset, donde fue condiscípulo de Leonard Berstein. Al regresar a la capital cubana fundó la Orquesta Sinfónica Juvenil del Conservatorio Municipal de La Habana, y poco después se convierte en subdirector de la Orquesta de Cámara de esta ciudad. También actuó como director invitado de la Orquesta Sinfónica de la Radio CMQ. En 1943, Gramatges se integra al Grupo Renovación Musical, junto a compositores cubanos que se dieron a la tarea de renovar los esquemas, con nuevas tendencias musicales, y ocho años después, junto a otros jóvenes, funda la Sociedad Cultural “Nuestro Tiempo” (de la que fue Presidente durante diez años) cuyo objetivo principal era la promoción cultural y el fomento de las artes contemporáneas.

La trayectoria profesional de Harold Gramatges no puede reducirse a un comentario, porque ella abarca: el compositor, el maestro, el promotor cultural, el diplomático (en 1960 fue nombrado Embajador y Ministro Plenipotenciario de la República de Cuba en Francia, cargo que desempeñó durante cuatro años) y el Premio Iberoamericano de la Música “Tomás Luis de Victoria” (1996). Pero no puedo dejar de mencionar algunas partituras de su extenso catálogo que incluye: obras escénicas, orquestales, para conjuntos vocales, coro y conjunto instrumental, voz y piano, voz solista y conjunto instrumental, obras para instrumentos solistas, sinfónicas y música para cine. Entre sus títulos más conocidos resaltan: “Serenata”, para orquesta de cuerdas; “Oda martiana”, para barítono y orquesta; su serie “Móviles”; “Estudio de contrastes”; “Seis danzas antiguas”, para piano; “Suite cubana para niños”; “David”, para la película homónima de Enrique Pineda Barnet; “La dama duende”, con texto de Calderón de la Barca; “La esperanza del mundo”, estrenada en el Festival de Ballet de La Habana de 1986…

Gramatges fue Presidente de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC) durante muchos años; fundó instituciones culturales, revistas de música, orquestas, recibió infinidad de condecoraciones; fue Miembro de Honor del Consejo Iberoamericano de la Música y su obra es de obligado estudio en la historia musical iberoamericana.

Por todo lo expuesto, Harold siempre estará presente en la memoria de quienes tuvimos el privilegio de conocerle y de ser sus alumnos.

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