Pequeña crónica (III)
6 de marzo de 2015
|Aunque Pequeña crónica de Ana Magdalena Bach, no fue escrita por la viuda del genio musical alemán, sino por Esther Meynell, está basadas en hechos reales recogidos por sus biógrafos, por lo que hoy continúo ofreciendo algunos fragmentos de esta obra.
“¡Ah! ¡Johann Sebastián, qué bueno eras! ¡Y cómo me querías! /…/ -¿Ves? – me dijo un día sentándome en sus rodillas- mi querida mujercita me impide escribir todas esas bellas canciones en las que se suspira por la amante lejana y esas baladas que hacen llorar a las damas de la corte…¿Cómo va a escribir el feliz Cantor canciones de añoranza, si tiene a su mujercita sentada en sus rodillas? Tengo que retroceder con la imaginación a la época en que te conocí y figurarme que tus padres se niegan a dar su consentimiento para nuestro matrimonio, pues llevo en la cabeza una melodía que requiere dos o tres versos algo tristes- Al día siguiente me trajo una canción de una dulzura indescriptible que canté al momento y cuya letra era la siguiente. “Si tu corazón me entregas / hazlo en secreto, / que nadie descubrir pueda / tu pensamiento. /Nuestro amor siempre ha de ser / amor secreto. / Así, pues, no dejes ver / un gran contento. / No exijas una mirada / a este mi amor, / que es la envidia muy malvada / con nuestra unión. / Cierra tu pecho y reprime / tu gran deseo; / y el placer de que gozamos / siga secreto.”
Nuestra casa, con el tiempo, se iba llenando de instrumentos. A Bach le gustaban todos y nunca tenía bastantes. Cuando murió, tenía cinco clavicémbalos y clavicordios, dos laúdes clavicémbalos, una espineta, dos violines, tres violas, dos violoncelos, una viola-bajo, una viola de “gamba” y un laúd. /…/ De todos los instrumentos de teclas, después del órgano, el que Johann Sebastián prefería era el clavicordio, porque respondía al ejecutarle con más sensibilidad y porque acostumbraba tocar con delicadeza, pues toda presión un poco fuerte producía una sonoridad dura. “Tocas demasiado fuerte “ –dijo un día que entró cuando Emanuel hacía ejercicios- “parece que está gritando una mujer” Emmanuel tomó muy a pecho la observación y llegó a ser célebre, lo mismo que su padre, por la belleza y suavidad de su pulsación.”
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