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PELIGRO: la hambruna, el color del pico del pingüino papúa, el krill, las ballenas y el cambio climático en la Antártida

24 de mayo de 2013

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El pingüino papúa, pingüino de vincha o pingüino juanito, Pygoscelis papua, es fácilmente identificable por su parche blanco en la parte alta de la cabeza detrás de los ojos. Los polluelos presentan espalda gris y zona frontal blanca. Los adultos alcanzan una estatura de 75 a 90 cm. Los pingüinos papúa son los pingüinos más veloces bajo el agua, alcanzan hasta 36 km/h.
Los pingüinos Antárticos son criaturas increíbles. Se han adaptado a vivir en uno de los ambientes más inhóspitos del planeta. También son importantes embajadores de la Antártida. Sin embargo, a raíz del derretimiento del hielo marino debido al cambio climático, sumado a la pesquería industrial de su presa favorita – el kril Antártico – estas especies icónicas se enfrentan a amenazas sin precedentes. Pingüinos de diversas colonias experimentan cada día una mayor dificultad para encontrar suficiente kril como para sobrevivir.
Según un estudio llevado a cabo en la Antártida por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) de España, y la Universidad Nacional Autónoma de México, las diferencias que se observan en el color del pico de las distintas poblaciones del pingüino papúa parecen responder a las variaciones en la disponibilidad de krill: el krill es un crustáceo malacostraco, parecido externamente a los a los camarones, de unos 3 a 5 cm de longitud, muy abundantes en todas las aguas que circundan el Continente Austral. Es alimento fundamental de numerosas especies antárticas, es un elemento estratégico en la biología antártica, constituyendo quizá uno de los eslabones más importantes de la red trófica.
Abarcando una amplia gama de más de 80 especies con un peso promedio de 2 gramos (0.07 onzas), el krill representa la mayor biomasa total de cualquiera de las especies marinas. Se estima que 500 millones de toneladas de krill antártico nadan sólo en el Océano Austral, es decir, casi el doble del peso de todos los seres humanos.
Mientras que un solo individuo de la especie no puede ser menos impresionante, pequeño, translúcido y aparentemente indefenso en un océano lleno de depredadores, enjambres colosales de estos crustáceos minúsculos constituyen un eslabón fundamental en la cadena alimentaria marina. El krill convierte al microscópico fitoplancton en la energía adecuada para muchos animales que dependen de él para su sustento. Esta lista se extiende en una considerable variedad de vida marina, desde pequeños peces y aves marinas, hasta el organismo más grande que existe en la Tierra: la gigante ballena azul.
El estudio antes mencionado, describe la variación del color del pico en tres poblaciones antárticas de pingüino papúa. En contra de lo esperado, las poblaciones más septentrionales son las que muestran los picos más nítidamente rojos, aun cuando ocupan las áreas más contaminadas y con mayor carga de parásitos.
El pingüino papúa, cría en la Antártida aunque sus poblaciones se encuentran repartidas por el cono sur americano, Tierra de Fuego y las islas Malvinas. Esta especie luce una mancha roja a ambos lados del pico, ligada a la presencia del carotenoide astaxantina, que también es el responsable del color rojizo del krill, su principal fuente de alimento.
Los carotenoides son unos pigmentos muy comunes en el reino vegetal, y son los responsables de los bellos tonos rojos y amarillos que aparecen en las plumas, picos y patas de muchas aves. Pero más allá de su función ornamental, son imprescindibles para un buen número de procesos fisiológicos por sus propiedades antioxidantes e inmunitarias.
En principio, se espera que el color del ornamento sea tanto más intenso cuanto mejor sea la condición física del individuo, lo cual puede deberse a la ausencia de contaminación, parásitos o enfermedades. Esto se explica, porque los individuos pueden dedicar una mayor cantidad de estos compuestos a saturar el color de sus rasgos sexuales sin tener que emplearlos en combatir enfermedades, de manera que sólo los individuos con mayor calidad son capaces de lucir ornamentos más coloridos.
Pero la intensidad del color va a depender también de la dieta, ya que estos pigmentos sólo pueden ser sintetizados por plantas, hongos, algas y bacterias. Por otra parte, no todas las especies tienen la misma habilidad para metabolizar y almacenar estos carotenoides.
Las diferencias que se observan en el color del pico de las distintas poblaciones de pingüino papúa parecen responder a la abundancia y calidad de krill, cuyas poblaciones han disminuido en la península Antártica como consecuencia del cambio climático.
El frágil equilibrio de la cadena alimenticia en la Antártida está en problemas. Desde los años 70 hasta hoy la concentración de krill ha disminuido en 80% y eso ha incidido en una merma también en las poblaciones de los pingüinos adelaida y barbijo (o antártico) de casi 50%. Así lo señala un inquietante estudio del NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) y el Instituto Oceanográfico Scripps.
Hace años, el hielo solía cubrir casi la totalidad de la bahía antártica Wilhelmina y de los fiordos, por el mes de mayo, protegiendo al krill y obligando a las ballenas a migrar hacia otra parte para encontrar alimento. Pero el avance del cambio climático en esta zona durante los últimos 50 años ha reducido de forma sustancial la extensión de hielo y ha retrasado la aparición de la cubierta helada.
La pérdida de hielo marino es una buena noticia para las ballenas a corto plazo, ya que les sirve en bandeja auténticos festines de krill. Pero es una pésima noticia a largo plazo para ambas especies, porque la falta de hielos (en verano-otoño), afectará la capacidad del krill para regenerar sus propias poblaciones,  y, en consecuencia, de poder mantener las poblaciones de los depredadores antárticos que dependen de él. El cambio climático-global-calentamiento produce ambos efectos: escasez de krill y superabundancia de krill: por lo tanto bajan los pingüinos y suben las ballenas….¿hasta cuándo?…No sabemos.
El krill se desplaza con el impulso de las corrientes oceánicas, usando pleópodos, que son como pequeñas “piernas” en forma de plumas, que le facilitan ajustar su curso y filtrar los alimentos del agua de mar, también se alimentan de las algas del hielo durante los meses de invierno y primavera. Por esta razón, el derretimiento rápido y sustancial de hielo debido al cambio climático es una amenaza global para las poblaciones de krill. Si a esto le agregamos el hecho de que el consumo humano de krill está creciendo, hay una posibilidad inminente de que un pilar vital de la cadena alimentaria marina podría debilitarse si desapareciera en un futuro no muy lejano. Esto no sólo causaría una caída desastrosa en la diversidad biológica en todo el mundo oceánico, sino que afectaría a las poblaciones de peces y la pesca comercial, con un impacto incalculable en la alimentación de cientos de millones de personas en todo el mundo.

Recordemos que…”la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.

Fuentes: www.mncn.csic.es; rainforestradio.com; www.elpais.com

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