Pedro Vargas otra vez en La Habana (II)
8 de agosto de 2014
|De pequeño Pedro Vargas comenzó a cantar en el coro de la iglesia de su pueblo, San Miguel Allende, en Guanajuato, donde nació en un hogar humilde y de prole numerosa, en abril de 1906.
Ya en la ciudad de de México debuta profesionalmente en 1928, con la ópera “Caballería Rusticana“ . Por cierto, se dice que entre el público que colmaba el teatro Esperanza en esa ocasión, se encontraba su futura esposa, con quien se casaría dos años después, y tendrían cuatro hijos, ninguno cantante.
No tardaría mucho el carismático artista en abrazar definitivamente la música popular.
Se cuenta que a raíz de su éxito en la canción ranchera, su maestro de canto, le retiró el saludo con la queja de que México había perdido un gran cantante de ópera.
Pedro Vargas visitó La Habana por primera vez en 1933, en unión de Agustín Lara. Aquí compartió con Lecuona y otros destacados músicos del patio, a quienes impresionó gratamente por su registro musical.
En esa oportunidad, sin embargo, apenas pudo cantar pues el viaje coincidió con la época más violenta de la lucha contra la tiranía de Machado.
Pero hay cosas que no están escritas, y ese fugaz encuentro con la capital cubana del joven moreno, fornido y de rasgos aztecas, fue, sin duda, un amor a primera vista.
En Cuba, Pedro Vargas no solo recibió el aplauso del público y de la crítica, sino también la acogida de los mejores artistas que lo consideraron como uno de los grandes de la música popular del mundo de habla hispana de todos los tiempos.
Muestra inolvidable de esta hermosa relación son las grabaciones que el mexicano hizo a dúo con nuestro Bárbaro del Ritmo, en los estudios dos de CMQ.
Intérprete predilecto de Agustín Lara, lo llevaron al éxito canciones del Flaco de oro, su compadre y amigo, como Mujer, Granada, Santa, Noche de Ronda, El Organillero y Solamente una vez.
Dicen que la canción Mujer lo hizo el hombre más popular de Brasil. Y en Argentina, cuando estrenó Porteñita, de su propia inspiración, fue llevado en hombros por las calles de Buenos Aires.
En sus 60 años de vida artística , interpretó obras de casi todos los grandes compositores románticos de América Latina, desde Alfredo Jiménez hasta Frank Domínguez y Armando Manzanero.
Mucho contribuyó Pedro Vargas a internacionalizar la música de nuestros compositores. Siempre que grabó un número se convertía de inmediato en un triunfo.
Sus discos se vendían en grandes cantidades en todos los mercados del continente. Cantó casi siempre en español. Participó en numerosas películas.
Multitudinarios fueron los homenajes que recibió en vida este grande de la música de nuestra América. Poco antes de morir , en octubre de 1989, Pedro Vargas confesó en una entrevista:
“Mucha gente me pregunta como hago para estar como estoy y no marchitarme ni como hombre ni como artista. Lo que sucede es que nací para cantar y esa es mi vida“.
Galería de Imágenes
Comentarios