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Pedro Vargas otra vez en La Habana (I)

1 de agosto de 2014

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Cuentan que el célebre cantante mexicano Pedro Vargas está otra vez en la capital cubana inmortalizado en un busto de bronce en la habanera Avenida del Puerto.

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Tal suceso tuvo lugar durante el Festival Boleros de Oro, celebrado el pasado mes de junio, donde se rindió homenaje al Tenor de las Américas, en el aniversario 25 de su fallecimiento.

Por cierto, muy cerca de este monumento, se encuentra la escultura erigida hace unos años a su compatriota Agustín Lara, así pues estos dos grandes músicos y amigos están otra vez juntos en La Habana que tanto los admiró.

Nacido el 29 de abril de 1906 en el estado de Guanajuato, y fallecido el 30 de octubre de 1989, en Ciudad de México, Pedro Vargas visitó a Cuba por primera vez en 1933.

Aquí fue muy amigo de Ernesto Lecuona y de Benny Moré, entre otros grandes de nuestra música.

Años y años han pasado y los boleros “Solamente una vez“, “La vida es un sueño“, y “Obsesión” en las voces de Vargas y del Benny son consideradas joyas de nuestro cancionero.

Muchos de los cubanos que hoy peinan canas todavía recuerdan hoy a Pedro Vargas, con su voz privilegiada, dedicada en particular a la canción amorosa y que, cultivó el bolero con especial preferencia.

Se cuenta que de joven que de joven El Rey, como también se le llamó, soñaba con ser torero, hasta que un buen día, un novillo le dio un revolcón tan grande, que le quitó para siempre los deseos.

Cierta o no la historia Pedro Vargas pertenece a esa clase de artista que nunca necesitó a recurrir a poses ni excesos para conquistar el favor del público.

Hombre de pocas palabras en la escena, sin embargo, su frase de: “Muy agradecido, muy agradecido y muy agradecido” , con la que cerraba sus presentaciones, se hizo familiar en la Cuba de ayer, adonde volvía una y otra vez para satisfacción de sus muchos admiradores.

Fueron los días en que grabó “La Habana de mi amor”, de Armando Orefiche, la cual a pedido de su público, se repetía por la radio una y otra vez.

Aseguran que cuando se le comentaba sobre su notable tesitura musical como tenor, este gran artista siempre elevaba la mirada , como dirigiéndose al cielo, y aseguraba sin un ápice de arrogancia :

“Mi voz es un don divino. Dios me la dio, pero yo la cultivo diariamente. Para mi la clave es estudiar, estudiar y estudiar, eso es todo, además de entregarse al público totalmente

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