Pedro Vargas
25 de marzo de 2016
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Por espacio de tres décadas fue la de Pedro Vargas una presencia asidua en los escenarios cubanos. El denominado Tenor de las Américas –para otros, el Ruiseñor de las Américas– se sintió como en casa en la Isla y los cubanos se acostumbraron a su voz, que guardaba la calidez y musicalidad de los elegidos.
Vargas nació en el estado de Guanajuato, México, en 1906 y fue uno más entre los muchos chicos que templaron sus voces en los coros de las parroquias, pues su familia era de humilde origen. El maestro de aquella capilla descubrió sus facultades y se convirtió en su primer mentor. Ante diversos músicos demostró el joven Vargas sus aptitudes singulares y ello le valió para ganarse una beca en Ciudad México, realizar estudios teóricos y también de bachillerato. Sus inicios fueron en la ópera, en el teatro Esperanza Iris de Ciudad México, antes de enrumbar hacia los géneros populares.
Es dato casi del todo olvidado que en 1932 llegó a La Habana acompañado de Agustín Lara, quien compondría canciones para él y de quien sería uno de los más celebrados intérpretes.
En más de una ocasión coincidieron en La Habana de aquel decenio los dos artistas, ya encumbrados, Lara al piano, Vargas cantando los boleros del primero. La prensa cubana les prodigaba elogios y el público se agolpaba a las puertas de las emisoras para verlos salir.
Cuba estuvo en el derrotero de todas sus giras por Latinoamérica. Ninguna otra nación del continente –salvo su México natal– tuvo el privilegio de escuchar a Pedro Vargas tantas veces. Se nutrió con el repertorio de numerosos autores cubanos; otros varios directores de orquestas lo dirigieron.
En mayo de 1957 celebró con una actuación especial sus Bodas de Plata (25 años) de actuaciones en Cuba. Aquel año, y el siguiente –fecha de sus últimas visitas–, Pedro Vargas grabó los números para el álbum que tituló El Tenor de las Américas en Cuba, uno de sus mayores éxitos musicales. Para quienes deseen escuchar un dúo antológico proponemos disfrutar del que integró junto a Benny Moré en el bolero Obsesión.
Recibió distinciones, condecoraciones, órdenes de diversos países del continente, también en Norteamérica cantó y tuvo un público numeroso. Murió en Ciudad México a los 83 años, en 1989.
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