Pedro de Córdoba
24 de mayo de 2017
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La edición de enero de 1919 del mensuario Social, dirigido por Conrado Massaguer y editado en La Habana, contiene el revelador artículo de Francois G. de Cisneros titulado “El latinismo de Pedro de Córdoba”. Allí se lee en estilo un tanto alambicado:
“Tras complicada genealogía del Gran Capitán de Córdoba, brota este retoño de héroe histriónico: el padre del actor, nacido en Camagüey de añejísimo linaje que le autoriza el derecho heráldico de usar las armas del caudillo andaluz; en tanto su sangre materna es puramente francesa, y así en ese medio ecléctico de razas creció inquieto, emotivo, indagador, el joven Pedro de Córdoba”.
Enredado, ¿verdad? Y más adelante continúa:
“Así es nuestro congénere. Tan pronto aparece en un melodrama del Oeste como en una comedia social (…) Desde bien pequeño –aún recuerdo al travieso Pedrito hace veintidós años– su inclinación era el arte, abejorro dorado y sonoro que zumbaba en el oído de toda la familia (…) sus padres alentaban sus ideales, ambos latinos, tenían la inclinación por lo bello”.
El autor del artículo termina con este comentario que le hace De Córdoba:
–Quiero ir –me dijo en correcto español– a conocer Camagüey, la patria de mi padre. ¡Aún recuerdo cuando nos hablaba de su amado Puerto Príncipe, del queso criollo y de los tinajones!
Pedro de Córdoba tuvo una formación teatral, aunque pese a ello desarrolló una fructífera carrera en el cine silente y también en el sonoro. Su voz, de amplia resonancia, triunfó en el segundo y su físico esbelto, trigueño, alto, bien parecido, muy “latino”, contribuyó a su popularidad, que no fue poca. Antecedió a Rodolfo Valentino, y también lo sucedió, porque el divo de ascendencia italiana murió muy pronto.
Nacido en Nueva York el 28 de septiembre de 1881, Pedro de Córdoba compartió sets con importantes actrices en Broadway y en Hollywood. Por su porte y por su nombre, desempeñó roles de aristócrata pero hizo algunos de villano. Su primera incursión en el cine data de 1915, en la versión del realizador Cecil B. DeMille de Carmen, y la última, Crisis, de 1950, estrenada después de su muerte.
El actor murió a los 68 años, en California, el 16 de septiembre de 1950. Los cinéfilos de hoy día prácticamente lo desconocen. Y en cuanto a la ascendencia cubana de Pedro de Córdoba, es una curiosidad que nos complace compartir con los seguidores del cine y de sus actores.
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