Parte tren blindado
1 de enero de 2016
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La última esperanza militar del gobierno en 1958, era el tren blindado que partiría desde la capital hacia Santa Clara, con cientos de soldados y armamentos de grueso calibre.
Una mañana de septiembre de ese año, trabajadores de los talleres de Ciénaga, en esta capital, que pertenecían al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, vieron la entrada al lugar de vagones tipo expreso, lo que les llamó poderosamente la atención, ya que allí solo se reparaban locomotoras y coches automotor.
Detrás del tren llegó un camión repleto de soldados, los que aparatosamente tomaron posiciones.
Al siguiente día, después de percatarse de que se trataba de un tren destinado a combatir a los rebeldes, los ferroviarios capitalinos del 26 de Julio se reunieron en una logia masónica de esta ciudad. Allí decidieron informar inmediatamente a la dirección del movimiento, y mientras tanto sabotear y retardar la construcción de los vagones. Entre estos actos estaba el de hacer huecos al tren por debajo, para cuando se pusiera en marcha se derribara la arena entre blindaje y blindaje y lo hiciera más vulnerable.
Durante los días que duró la construcción, decenas de “casquitos” mandados por el gobierno para custodiar el tren, desertaron vestidos de civil con ropas entregadas por los trabajadores de Ciénaga.
Solo faltaba hacerle llegar la información al comandante Ernesto Guevara, y de ese se ocupó Jesús Soto, quien el 14 de diciembre partía hacia General Carrillo, en la provincia de Las Villas, para participar en un congreso azucarero.
El 23 de diciembre a las dos de la tarde, partía el tren blindado hacia Santa Clara, y desde su partida, comenzó a ser saboteado por los revolucionarios capitalinos.
Sobre el tren blindado escribiría posteriormente el Ché:
“Las lomas de Capiro seguían firmes y allí estuvimos luchando durante todo el día 30, tomando gradualmente al mismo tiempo distintos puntos de la ciudad, ya que en ese momento se habían cortado las comunicaciones entre el centro de Santa Clara y el tren blindado.
”Sus ocupantes, viéndose rodeados trataron de fugarse por la vía férrea y con todo su magnífico armamento cayeron en el ramal destruidos previamente por nosotros”.
Con la captura del tren blindado, el arsenal rebelde se enriqueció con seis bazoocas, cinco morteros, 14 ametralladoras calibre 30, 38 fusiles automáticos, 308 carabinas M I, un cañón antiaéreo y una ametralladora calibren 50.
Y de esta manera, los militantes de 26 de Julio en los ferrocarriles, habaneros, habían contribuido a la captura de la última esperanza militar del gobierno, el tren blindado.
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