Partagás, Real Fábrica de Tabacos (III)

23 de octubre de 2015

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Yamira Rodríguez Marcano

 

 

La casa No. 172, a mediados del siglo XIX era propiedad de José Márquez, y a su muerte la adquirió, en 1870, Epitacio García y Cabrera. Este señor falleció en 1880 y sus herederos subastaron la finca, que adquirió en el remate Eugenio Juarrero y Salazar, por 16 182 pesos 32 centavos, para instalar un almacén de tabaco.
En 1889 la casa era descrita como de planta baja, y lindaba por la derecha con la de los herederos de Alejandro Villar y Villar, por la izquierda con la de Sebastián Álvarez y por la espalda con la de los herederos de Alonso Álvarez de la Campa y de Anselmo González del Valle.
Eugenio Juarrero y Salazar falleció en 1886, dejando como única y universal heredera a su esposa Adela Barquimero y Lajas. La viuda recurrió al Juzgado de Primera Instancia del Distrito de Jesús María, y solicitó se declarara abintestato el fallecimiento y como herederos a los hijos de ambos. Aunque el Juez aceptó la petición, luego de las operaciones de división y partición de bienes, esta finca fue adjudicada a Adela Barquimero y Lajas.

 

 
Esta señora falleció en 1894, dejando como herederos a sus hijos, y es su descendencia y familia beneficiada quien la vende, en 1906, a la sociedad Cifuentes, Fernández y Compañía, representada por su gerente Ramón Cifuentes y Llano. El precio de la venta fue 10 000 pesos.
En 1914, Cifuentes, Fernández y Compañía agregó a esta finca, la contigua No. 170 de la calle Industria. Entonces, bajo la dirección del contratista de obras Nicolás Almeida y Cabrera, las casas Industria No. 170 y No. 172 fueron demolidas totalmente, se agruparon ambas parcelas formando un solo paño y sobre ese terreno de 632m 11dm 48cm y 80mm² se construyó un edificio de alto y bajo, de mampostería, ladrillos, columnas de hierro y azotea, y marcado con los números 170-172 de Industria, con objeto de darle amplitud a la contigua Industria 174, utilizada como fábrica. Se alinearon las fachadas, en correspondencia con la vecina dedicada a la producción propiamente dicha, y se colocaron balcones en cada vano, en el piso alto se formaron dos grandes salones para dedicarlos a la escogida con luces directas –recibirían iluminación por la parte medianera de la terraza y el patio, donde el cierre de los intercolumnios sería de vidrieras–, se instaló un ascensor para trasladar la carga comunicando uno y otro departamento alto por medio de un puente, se edificó una escalera de caracol de cemento y se ubicaron servicios sanitarios independientes para cada sexo. Los pisos eran de mosaico en los salones y cemento en los patios y almacén, y los adornos de fachada de cemento superpuestos. El arquitecto también fue Alberto de Castro. La nueva finca quedó valorizada en 60 000 pesos oro español.

 

 
El inmueble fue construido por y para la sociedad mercantil Cifuentes, Fernández y Compañía, que estaba constituida por Ramón Cifuentes Llano, José Fernández López, Francisco Pego y Pita –en aquella fecha el gerente– y Antonio López García. Fue declarado habitable en octubre de 1914.
Igualmente que con el otro inmueble, cuando en 1916 se disolvió la sociedad, correspondió a Ramón Cifuentes Llano y Francisco Pego y Pita, la casa Industria Nos. 170-172.
Dos décadas después, esta parte de la fábrica de tabacos se destinaba específicamente para depósito de los utensilios y materiales necesarios para el giro. La planta baja estaba compuesta por un local con tres compartimentos completamente cerrados por paredes de ladrillo, dedicados a depósitos de tabaco en rama seleccionados; la parte alta se dedicada a almacén de cajas-envases para la industria. Se comunicaba por un pasillo interior con la No. 174.

 

 
En 1941, ya fallecidos Francisco Pego Pita y Ramón Cifuentes Llano, los herederos del primero se separaron de la sociedad, que entonces cambió su denominación por Cifuentes y Compañía, y quedó solamente constituida por los herederos de Ramón Cifuentes Llano.
A lo largo de todos estos años, fueron numerosos los créditos hipotecarios solicitados por la compañía, pero siempre fueron cancelados por devolver las sumas correspondientes.

 

 
Por su parte, la casa de Industria No. 170 cuenta con escasos datos por su propia existencia efímera. Su numeración más antigua fue Industria No. 158 ½, y el primer propietario de quien se tiene constancia fue José Márquez; luego las hermanas Isabel y Concepción Márquez, quienes en 1859 la vendieron a Sebastián Álvarez y Rodríguez. Entonces era una casa baja de mampostería, azotea y tejas, de 8 varas de frente por 40 de fondo. A la muerte del señor Álvarez y Rodríguez, la casa pasó a manos de sus hijos, quienes la vendieron en 1913 a Juan Pascual y Vilajanés por 9 000 pesos oro. Nuevamente sería vendida en 1914, ahora a la sociedad Cifuentes, Fernández y Compañía, por 14 500 pesos oro español. Entonces fue refundida con Industria 172.