Partagás, Real Fábrica de Tabacos (II)
16 de octubre de 2015
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La casa No. 174 debió haber sido construida en la primera mitad del siglo XIX, pues en 1850 ya consta en el Registro de la Propiedad que pertenecía a José Manuel Larrañaga quien la vendió en ese mismo año a Manuel Abreu Montes de Oca. Era entonces de mampostería y tejas, y vuelve a ser vendida en 1856 a Eduarda Abreu y en 1858 a Luis de la Fuente. Este señor, en 1872 y por 18 000 pesos oro español, la vendió a Alejandro Villar y Villar quien instaló en el inmueble su fábrica de tabacos A. de Villar y Villar, por lo que fue el primer establecimiento de envergadura dedicado a este tipo de producción en el número 174, antes 162, de la calle Industria.
Alejandro de Villar y Villar había fundado su fábrica en 1840, en la calle Ánimas No. 102, la cual trasladó a este inmueble entre 1872 y 1873. Producía las marcas A. de Villar y Villar, Pock Club, Viriato y Jorge Juan. Cuando la compró el trust norteamericano Havana Comercial Co., la producción se trasladó a Estados Unidos.
En 1878, al fallecimiento de Alejandro Villar y Villar heredaron la propiedad sus hijas, quedando al final como dueña absoluta María del Villar y Barquimero quien empeñó en reiteradas ocasiones la casa en pago a deudas contraídas y, por los asientos en el Registro de la Propiedad, no fueron pocas las hipotecas en los primeros años del siglo XX, de lo que se infiere que el negocio del tabaco no fructificó como en tiempos de su padre. Dado el uso que Villar le había dado al inmueble, fue fácil arrendarlo a compañías dedicadas al ramo. Así, en 1902, aparece ocupando el edificio la fábrica de tabacos del trust Habana Comercial Co. y en 1904 la sociedad Cifuentes, Fernández y Cía., dedicada al mismo giro.
En 1906, Cifuentes, Fernández y Cía. compró finalmente el inmueble en 68 000 pesos oro español. Hasta esa fecha se describía como una casa de planta baja, con entresuelos, piso principal y habitaciones en la azotea; de mampostería, cantería y azotea. Presumiblemente, fue esta la imagen que adquirió en la segunda mitad del siglo XIX, junto a las adaptaciones que debió realizarle Alejandro Villar para su fábrica de tabacos. Pero es la sociedad de Cifuentes, Fernández y Cía. quien realiza la mayor ampliación del edificio. En 1907 solicitó licencia a la Alcaldía Municipal para realizar obras en el inmueble: construir un segundo piso donde se hallaban las habitaciones de la azotea, o sea, un tercer nivel, y reforzar las columnas y apoyos en el principal o primer piso y planta baja. Los materiales utilizados serían ladrillo, cantería y columnas de hierro para el interior y cantería para la fachada. Las obras correrían a cargo del arquitecto Alberto de Castro. En marzo de 1908 se concede el Habitable, siendo entonces inscrito el edificio con la siguiente descripción: “Casa construida de planta baja, principal, primer piso y segundo piso y toda ella de mampostería, cantería y azotea”.
En febrero de 1916 la sociedad Cifuentes, Fernández y Compañía se disolvió, adjudicándose los bienes entre los distintos socios, y correspondiéndole a Ramón Cifuentes Llano y Francisco Pego y Pita, entre otros bienes, la casa Industria No. 174. Días después, estos señores constituyeron una nueva sociedad mercantil de carácter colectivo: Cifuentes, Pego y Compañía, a la que aportaron la finca de este número.
Aunque la compañía poseía varios talleres en diferentes locales, este fue siempre el edificio principal para la producción y comercialización de tabacos y cigarros. En 1917 poseía ocho máquinas de hacer cigarrillos pegados y engomados, otra de cigarrillos corrientes, dos para colocarlos en los paquetes y una para emboquillarlos con corcho, y otras que preparaban los paquetes para prensar la picadura, todas de último modelo.
En la década de 1930 estaban instaladas en la planta baja de este inmueble las oficinas de la compañía Partagás, y los tres pisos altos estaban dedicados a depósito de materiales y envases, además de la elaboración del tabaco.
En 1941, ya fallecidos Francisco Pego Pita y Ramón Cifuentes Llano, los herederos del primero se separaron de la sociedad, que entonces cambió su denominación por Cifuentes y Compañía, y quedó solamente constituida por los herederos de Ramón Cifuentes Llano.
Un informe del archivo de Amillaramiento de 1947 expone la distribución y uso de sus cuatro niveles: la planta baja estaba constituida por una gran nave, dispuesta por paredes transversales de cantería que formaban un zaguán, un salón de exhibición y las oficinas; al fondo se hallaban el almacén de tabaco y la nevera de refrigeración para la conservación del mismo. La primera planta estaba destinada a fileteo y departamento de depósito para embarque, con una imprenta para las anillas de tabaco y matadura de sellos, accionada por un motor eléctrico de 1 ½ H.P.; también el departamento de tripa y un refrigerador. La tercera planta estaba destinada a tabaquería y mesas de escogedores, con un salón para la venta de refrescos y fiambre para los trabajadores. En la cuarta planta se hallaba la galera y tabaquería con cabida para 400 obreros, con sus respectivos bancos de trabajo.
La fábrica contaba además con una clínica que prestaba un servicio completo a sus empleados, recomendando el tratamiento adecuado y facilitando los medicamentos necesarios. Periódicamente se realizaba una eficiente labor profiláctica reconociendo a todo el personal para prevenir o curar males incipientes. Todos estos servicios eran completamente gratis.
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