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Para reconstruir Siria

17 de agosto de 2017

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Pese a las posiciones obstruccionistas del actual mandatario norteamericano, Donald Trump, Rusia ha seguido subrayando el camino diplomático para llevar la paz a Siria, mediante la reconstrucción de todo lo destruido por la parafernalia injerencista de Estados Unidos, que incluye desde el apoyo a las fanáticas y mercenarias acciones de terroristas de diferentes matices hasta bombardeos directos aéreos y navales y la utilización conveniente de sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y a Israel.
Bajo la dirección de Vladimir Putin, Rusia tomó el crédito para reconstruir el Oriente Medio devastado por una crisis armada desde hace años, en la que Estados Unidos y sus aliados son los responsables de tales guerras, destrucciones y parte de cambios de régimen en la región.
De ahí la importancia de que, contra viento y marea, se hayan mantenido las conversaciones de paz sobre Siria, en las que Rusia se ha comprometido a reconstruir lo destruido por Estados Unidos y si no se ha llegado a un acuerdo político completo, es por el empecinamiento estadounidense de no aceptar nada que indique su derrota en el país árabe.
Y aunque París dice ahora que no trata de cambiar al gobierno de Bashar al Assad, lo cierto es que el avance diplomático se ha logrado con la ausencia de Estados Unidos, Inglaterra y Francia.
En este contexto, el comentarista político estadounidense Randy Martin, nada sospechoso de tenerle simpatías a Moscú, reconoció que en comparación con Washington, Rusia es una potencia militar defensiva, mientras que EE.UU. y sus socios de la OTAN) son agresores.
Martin explicó que “desde un punto de vista geográfico físico, Rusia es un vecino de la región de Oriente Medio. Pero, ¿qué propósito razonable ha tenido EE.UU. para entrometerse en la región? Estados Unidos es, y siempre ha estado, sólo involucrado en Oriente Medio para explotar sus vastos recursos petroleros”.
Al mismo tiempo, desde Canberra, el canciller de Australia (un aliado de EE.UU.), Christian Kern, admitió que la Intervención militar de Estados Unidos provocó la crisis migratoria.
Esto contrasta con la política de Rusia, que tiene una participación genuina y mutua en el desarrollo pacífico de la región, y utiliza su poder militar para erradicar la propagación de conflictos, con el fin de llegar a la estabilidad y la coexistencia.
EJEMPLO
Siria es un ejemplo clásico de esta conducta contrastante entre Rusia y Estados Unidos. Washington explotó a Siria para un plan de cambio de régimen, incitando a la guerra y patrocinando a grupos terroristas y rebeldes para derribar al gobierno del presidente Bashar al-Asad. Esa guerra, que se encendió en marzo del 2011, debido a la injerencia extranjera, extendió sus llamas a los países vecinos, hasta que Rusia intervino militarmente a finales del 2015.
La intervención de Rusia en Siria ha estabilizado en gran medida el país. Un alto el fuego negociado en diciembre por Rusia se mantiene en gran medida, pese a las acciones militares norteamericanas, y la normalidad pacífica ha comenzado para los civiles que comienzan a regresar al país.
Asimismo, Washington ha vuelto a alegar la utilización por el ejército sirio de armas químicas contra sus “terroristas buenos”, cuando ya Siria no posee nada al efecto.
Recordemos que el episodio de las armas químicas en el año 2013 fue usado por EE.UU. para obtener respaldo de aliados y dentro de su propio país, con el fin de amenazar y probablemente desatar una guerra abierta y frontal contra Siria. Sin embargo, la actuación de la diplomacia rusa logró neutralizar el plan, gracias a un acuerdo de desarme ratificado por Damasco.
El acuerdo le permitió a un Obama dubitativo e impotente ante la maniobra rusa, presentar ante su opinión pública la destrucción de obsoletas armas químicas como una victoria y posponer una acción armada que carecía de consenso. Al mismo tiempo, el pacto facilitó que se revirtiera la curva incriminatoria contra Siria y se afincara el rol político del Kremlin en el conflicto. Comenzaba el viraje de la guerra.
El nuevo curso tuvo su manifestación militar con las primeras victorias del ejército sirio gracias al respaldo material de Rusia y a una mayor coordinación de las operaciones entre los ejércitos sirio, iraní, iraquí, las unidades de Hezbollah y pequeños grupos palestinos.
Estratégicamente, EE.UU. fue puesto en una situación difícil y se vio obligado a encontrar nuevas combinaciones que le permitieran revertir los avances sirio-rusos. En ello está empreñado el ultraderechista gobierno de Donald Trump.

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