Pablo Casals
17 de abril de 2019
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La Orquesta Sinfónica de La Habana estaba recién creada cuando recibió al gran violonchelista catalán Pablo Casals en calidad de director invitado. El arribo del músico ocurrió el 15 de marzo de 1923, Casals tenía 47 años y al día siguiente dio su primer concierto en el Teatro Nacional.
“No hay necesidad de decir que el éxito obtenido fue de lo más brillante y de lo más ruidoso que pueda imaginarse”, apuntaba el cronista cultural de un diario de la ciudad. Ofreció otras funciones los días 18, 21 y 24 de marzo. En la del 26, la de despedida, recibió un diploma nombrándosele Presidente y Director Honorario de la Sociedad de Conciertos de La Habana, la cual le obsequió además un reloj de oro.
Las actuaciones del violonchelista en Cuba se consideraron uno de los más importantes acontecimientos musicales y sociales del año, pues pese a la calidad de los artistas que entonces visitaban la Isla, Casals figuraba entre las más distinguidas celebridades del mundo de habla hispana.
Casals nació el 29 de diciembre de 1876 y era hijo de un músico. Sus estudios los realizó en los conservatorios de Barcelona y de Madrid, dándose a conocer en los escenarios de conciertos de Europa y América. Ya en 1919 fundó una orquesta que le permitió desarrollar una intensa actividad y de hecho contribuyó a la internacionalización de no solo de su nombre, sino además de su instrumento, el violonchelo.
En Casals se destaca también la integridad del hombre, su alineamiento con las mejores causas y su decisión de permanecer fiel a sus principios a cualquier precio.
Durante la guerra civil en España y bajo amenaza de ejecución por su apoyo a la República, emigró a Prades, una villa catalana en territorio francés, cercana a la frontera con España, donde estableció su hogar. Alejo Carpentier, con fino humorismo, decía que “conocemos el nombre de Prades gracias a Pablo Casals”.
Casals volvió a Cuba por última vez en escala muy breve de 24 horas, camino de México. Ello ocurrió a finales de enero de 1956. Pese a la brevedad de su estancia, el Centro Catalán de la capital le organizó una recepción en el hotel Comodoro, a la cual asistieron diplomáticos, músicos, emigrados políticos y admiradores del maestro. Ya Casals andaba por los 80 años, aunque seguía lúcido y activo, por lo que tomó el violonchelo e interpretó el Himno de la nostalgia, que arrancó lágrimas de varios de los concurrentes. Pablo Casals murió en Puerto Rico el 22 de octubre de 1973, cuando se aproximaba a la centuria de existencia.
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