No solo fue un romántico (IV)
23 de abril de 2019
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Todos sabemos que José Martí, siempre se interesó por todas la ramas del conocimiento humano, lo que le permitió escribir no sólo sobre aspectos políticos y patrióticos, sino diversos. En cuanto a la música, conocidas son sus opiniones sobre artistas de su época, como José White, Díaz-Albertini, Ignacio Cervantes, Ana Otero, Emilio Agramonte y, por supuesto, Nicolás Ruiz Espadero, por quien sentía una admiración especial. Y el excelente ensayo sobre nuestro músico, del pianista y profesor Cecilio Tieles, incluyó un capítulo dedicado a Martí y Espadero del cual daré a conocer algunos fragmentos.
Dice Tieles: “Espectador perspicaz y actor en la sociedad habanera de la segunda mitad del siglo XIX, el joven Martí conocería de la obra e ideas de Espadero desde temprano. /…/ En el exilio, Martí, con su sagacidad, señala el aporte esencial de Espadero a nuestra música, al decir «En el salón de Behr /…/ , es como cosa nuestra. Allí celebramos a Espadero, que puso en música el gemido del alma cubana, y a veces su majestad y su tormenta».
Al decir de Tieles, nuestro Apóstol conocía del aislamiento en que vivía el compositor, y un año después de su desaparición física, le rindió homenaje póstumo, definiéndolo como “artista de veras, domador de notas” que sufre el medio hostil y de incomprensión que lo rodeaba. Incluye en ese homenaje, palabras que enaltecen la memoria de Espadero: “¿Cómo habría de vivir, siendo sincero aquel peregrino que pasaba por la tierra, como todo artista que de veras lo sea, con la ira y el desdén de quien ve luces , que no ven los que le rodean, y entreoye acentos que la zahúrda vulgar no le deja oír, y se revuelve áspero, contra los que no le dan tiempo, con el bufido de los fuelles y el martillo de las forjas, a levantar, en el encanto de la luna, su torre de aspas, de estrellas y de cristales?” Es acertada la opinión de Tieles, cuando dice: “la imagen de los fuelles y el martillo es una crítica al mercantilismo y a la sociedad burguesa industrial que con su codicia impedía al verdadero arte desplegar sus alas.”
La admiración y el respeto que sintió Martí por Espadero, están presentes en múltiples artículos y cartas que escribió: “Un hombre que se cultiva y se levanta por sí propio, es el más alto de los reyes, y puede mirar como a inferiores a todos estos vanos encopetados que no hayan vencido tanto como él.”
Nuestro Apóstol centraba su mayor interés musical en la denominada música culta y, en especial, la instrumental y la ópera. Respecto al baile, no se sentía atraído por él porque decía: “Los padres contemplan indiferentes el triste cuadro de la danza actual; consiste en que los jóvenes buscan en el baile, no el moderado entretenimiento, sino el público y vergonzoso desahogo de sus pasiones y deseos; consiste en que el hombre, sin saber lo que se trae entre manos, aprende en casas asquerosas los cínicos movimientos de la danza, y los enseña más tarde a las muchachas incautas, corrompiendo así a la misma con quien se casará mañana”. Y aunque parezca exagerada su opinión sobre esto, no olvidemos que Martí siempre valoró el respeto que merecen las mujeres, y rechazó utilizar la enajenación para olvidar o evadir cuestiones trascendentales. En cuanto a Espadero, no pasaron inadvertidas para él la calidad artística y social de su música. Desde el punto de vista artístico, “puso en su música el gemido del alma cubana.” En lo estético: “pidió justicia para los desdichados.”
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