ribbon

No solo fue un romántico (III)

16 de abril de 2019

|

 

Louis Moreau Gottschalk. Nueva Orleans, 1829-Rio de Janeiro, 1869

Louis Moreau Gottschalk. Nueva Orleans, 1829-Rio de Janeiro, 1869

 

Tal como prometí en mi comentario anterior, este lo dedicaré a la relación entre Nicolás Ruiz Espadero y el músico de Luisiana, Gottschalk. Empezaré con lo escrito en La música en Cuba, por Alejo Carpentier quien al referirse al cubano dice:

“Cuando cumplió 22 años, un hombre vino a sacarlo, momentáneamente, de su enclaustramiento voluntario: Luis Moreau Gottschalk. Una tarde de 1854, hallábase Espadero pulsando un piano con toda fuerza en el almacén de música cuando Gottschalk, recién llegado a La Habana, entró en la habitación sin haber sido presentado. Al pasar por la calle había sido atraído por el excelente sonido que el cubano sacaba del teclado: Al verse en presencia de un desconocido, de quien jamás había visto un retrato, Espadero pronunció su nombre sin vacilar. Desde ese momento hubo entre ambos músicos una ardiente y romántica amistad. /…/ La amistad de Espadero con Gottschalk, resulta un caso tanto más raro, si tenemos en cuenta que difícilmente pudieran haberse encontrado dos caracteres más opuestos, en cuanto al modo de enfocar la vida.”

Llama la atención este párrafo de Carpentier quien, no sólo le atribuye a Espadero cualidades paranormales al adivinar que la persona que tenía delante era Gottschalk, sino que al decir: “Desde ese momento hubo ente ambos una ardiente y romántica amistad”, sugiere –al menos para mí– que eran

homosexuales, algo que no interesa. Evidentemente, Carpentier no pudo escapar de su genialidad novelística.

Veamos ahora lo que expresa Tieles en su tesis.

“No se puede abordar tan singular amistad destacando las anécdotas. El análisis debe partir de los hechos objetivos y las circunstancias concretas, así como tener en cuenta las aspiraciones de ambos por lograr una personalidad musical y la conciencia que tenían de estar condicionados por el mundo caribeño donde nacieron. /…/ La coincidencia de objetivos y la afinidad espiritual, permitió la recíproca confianza”.

Señala Tieles que Gottschalk escribía en una suerte de taquigrafía musical “que únicamente él y Espadero podían descifrar. Eso explica por qué encargó a Espadero la responsabilidad de transcribirlas y enviarlas a los editores, convirtiéndolo en depositario de una serie de obras que más tarde se editarían como obras postumas.”

Algunos estudiosos consideran que Gottschalk fue una figura clave en la vida de Espadero, porque lo sacó de la depresión que en que estaba sumido después de la muerte de su padre. Gaspar Agüero admite alguna influencia del norteamericano en Espadero como pianista, pero no en el compositor, sin embargo no podemos olvidar que el cubano ya tenía una sólida formación técnica cuando ambos se conocieron. Y cuando se menciona la educación esmerada de Gottschalk, quien hablaba, además, varios idiomas, tampoco podemos olvidar que Espadero también la tenía y que hablaba el francés a la perfección.

Sobre Gottschalk sabemos que vino para la América Hispana porque en los Estados Unidos había sido rechazado debido a su interés por una música que allá era despreciada lo mismo que en Europa, donde sólo interesaban los compositores clásicos; pero también por su tendencia a los espectáculos exóticos. Y esto también le trajo problemas en Cuba y enfrió su relación con Espadero, aunque mantuvieron una comunicación epistolar. Como dice Tieles: “…cada uno mantuvo sus posiciones en los momentos de divergencia que hubo. /…/ Es la bella amistad de dos personalidades que lucharon en contra de los prejuicios por un ideal que se abría paso con dificultades.”

Martí conoció a Espadero, y por la importancia que tienen sus juicios sobre el músico, dedicaré mi próximo y último comentario de esta serie a las opiniones de nuestro Apóstol.

Galería de Imágenes

Comentarios