“Nadie tocó las cadenas…”
29 de noviembre de 2017
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Siglo XVIII, de luces todas –mientras el mundo se debatía en su despertar teórico, hoy, desvelos en la memoria, y los umbrales heliocéntricos, conjeturas primigenias de Aristarco de Samos, se postulaban ante las renacentistas consideraciones del matemático, astrónomo y clérigo católico, polaco, Nicolás Copérnico, al perfilar el universo, en su agónico recorrido alrededor del Sol; mientras que lo desconocido, pespunteaba el Catálogo Messier, dispuesto en nebulosas, galaxias y cúmulos globulares de estrellas añosas que despiertan en el lente, cual tejidos solares en el bulbo dorado de su reacción–, despertaba una casa, digan compostura de su tiempo, señorial estructura, en esta bendita tierra de la Asunción, de patronatos y Santos Misterios; obra pródiga en sus conformaciones domésticas, dos pisos, pilares y barandales, balconcillos volados, en pretiles y disposiciones mudéjares, en sus inicios, para recrearse luego, hacia estéticas neoclásicas, no obstante, arrellanada a la templanza nativa, al sudor proverbial de este retazo de canto húmedo y sus irregularidades geográficas. La Casa de las Cadenas, misterio aún impreciso que no me consiente despuntar el sueño, y en letras –quedamente– se traduce, desde las ruinas de una oquedad manifiesta, esta señora, con sus raídos despojos de plenitud, aun discurre, ruega por nosotros –los desposeídos–, y por las generaciones nuevas, que privadas de su armazón, apenas audible, solo volcarán las páginas, desde la remembranza, en el rejuego sutil de su iconografía.
La Casa… se cimentó en un solar mercedado a Don Esteban Pérez de Rivero, el 6 de julio de 1720 “…en la esquina de la plaza de la Parroquial y la calle que va al poniente.” Considerada una de las construcciones más añejas de Guanabacoa, su fabricación data de 1724, y posee un gran valor patrimonial. Durante la visita del excelentísimo Obispo Morell de Santa Cruz, en 1755 –cuando aún moraban integrantes de la familia de los Pérez de Rivero–, refirió al respecto: “La población se compone de 434 Casas, las 120 de texa y las restantes de guano: entre las de texas hay tres de alto y una de ellas con privilegios de cadenas a la puerta: concediósele a su dueño, el Capitán Dn. Esteban Riveros en el año de 1729 en remuneración del Servicio que hizo manteniendo a todo costo y magnificencia tres días con sus noches en la misma Casa a la Majestad Sacramentada a causa de haberse caído la Iglesia con una tormenta que acaeció el día 23. ”[1] Por lo que Santos –Iglesia triunfante– y ornamentos sagrados, se dieron refugio en este edificio, ubicado en el Centro Histórico Urbano de Guanabacoa, a escasos metros de la Iglesia Parroquial, ocupando un cuarto de manzana, en la arteria, nombrada homónimamente, Cadenas, o quizás, Adolfo del Castillo, si de oficiales nomenclaturas se trata, pero que pobladores e historia, persisten en nombrarla evocando sus eslabones y gracias.ç
Esta casa, en su volumetría cúbica, desde la espesura agreste de sus muros, ofuscada en su entablado colonial, luego de guarecer, imágenes y aditamentos eclesiásticos, sirviendo de escenario para misas –liturgias de la palabra– gozó, desde el 14 de julio de 1729, del derecho de asilo, otorgado por el Rey Felipe V de España, “el Animoso”, legalmente dispuesto en Real Cédula, consignada en Sevilla, con fecha antes mencionada. De esta forma, la Casa…, refugio temporal de la Parroquia, se contorneó de cadenas, símbolos permanentes de amparo y reguardo, facturándose en el concepto de “asilo en sagrado”, emanado de una ordenanza medieval, mediante la cual, perseguido, proscripto o renegado de la justicia, podía arrebujarse en la protección de iglesias y monasterios, y particularmente, en moradas que dispusieran de este favor, a usanzas de la costumbre de hospitalidad. De esta manera, el perseguido que lograra asirse a las distinguidas y nobles cadenas, quedaría prestamente en libertad, claro, bajo la permisión del regente de familia.
¿Quién tocó las cadenas?, no existen registros oficiales, que atestigüen al respecto, de lo que no existen dudas, es de que solo a tres residencias, en todo el territorio ocupado por el imperio español, se le fue otorgado este derecho, una de ellas localizada en Cádiz, otra en ciudad México y la tercera… ¡En Guanabacoa…! Es de imaginar, franquicia auténtica, deleite de los locales, únicamente conferido a esta propiedad, en toda la prolongación saurópsida de nuestra cartografía. ¡Ay! ¡Reverenciada Guanabacoa, qué destreza en el epigrama de la evocación, se te fue concedida por entonces, aún sin portar laureles oficiales de Villa!
Para el siglo XIX, después de extraviarle, momentáneamente, los pasos a este inmueble, me acojo a investigaciones consultadas, que empalman –continuidad desbordante de la reminiscencia local–, sus derroteros, los cuales establecen que para 1849, se constituía como propiedad de Don Miguel Renté “de cuyos bienes era administrador su primo Don Federico Lima y Renté…Don Miguel Renté al otorgar su testamento dejaba la Casa de las Cadenas a su primo Lima y Renté, para que la propiedad quedara en manos de la familia de los Pérez de Rivero… Don Federico Lima no aceptó tal disposición no fuera a pensarse que él había ejercido su influencia para que se la dejase en propiedad. Por este motivo la casa pasa a otros dueños.” No obstante, haciendo gala de una lucidez impostergable, Don Federico Lima tuvo la previsión de salvaguardar en su casa, localizada en Calle Martí Nº 108 (hoy Museo Municipal de Guanabacoa), no solo el Escudo de Armas de los Pérez de Rivero, que se encontraba justo sobre la abertura principal, sino que también las cadenas –sustantivo y objeto de la edificación en cuestión–, por su excelso significación para dicha familia. No obstante, otras fuentes aseguran que “dichas cadenas fueron recogidas y al parecer, para que la intemperie y quizás otros usos no las dañaran, se enterraron”.
El Escudo de Armas de la familia Pérez de Rivero, permanece, desdibujado, en el Museo, sin embargo, la dársena de las célebres cadenas, aún espera por ser revelada. Luego del deceso de Don Miguel Renté y de su esposa, la Casa… pasó a nombre de parientes lejanos, hasta que en 1893, Don José Lezama y Larrea, natural de España, adquiere el inmueble, que posteriormente venderá a la sociedad anónima, The Havana Central Railroad Company de New Jersey, de esta forma, pierde su función originaria de residencia particular, para dar acogida, entre galerías que rodeaban el animoso patio medular, la amplia escalera fundida en piedra de San Miguel y el magnánimo aljibe, abovedado en ladrillos, a locales y oficinas con un carácter netamente comercial.
En 1928, The United Railways of the Havana and Regla Warehouse Limited de Londres (conocida también como Ferrocarriles Unidos de La Habana y Almacenes de Regla Sociedad Limitada) adquiere la propiedad de la casa por liquidación. A partir de la década del treinta del siglo XX, hasta aproximadamente el año 1960, radicó en la planta alta de la Casa, la Unión 25 de los Caballeros Católicos de Guanabacoa. En la Revista “La Tutelar” del año 1945, aparece un artículo sobre dicha asociación que incorpora una fotografía de su fundación, en el año 1930. “…[2] parte del edificio conocido por La Casa de las Cadenas fue ocupado por la Oficina de Servicios Jurídico-Mercantiles del procurador público Julián A. Betancourt Acevedo, entidad al servicio de los comerciantes, industriales y particulares, a quienes asesoraba en asuntos de contabilidad, materias sociales, seguros por accidentes, licencias y patentes, administración de bienes, compraventa de inmuebles, reclamaciones, asuntos notariales y herencias, entre otras gestiones.
Desde agosto de 1930, la Unión 25 de Guanabacoa de la Asociación de Caballeros Católicos de Cuba, tuvo su local social en los altos de la antigua Casa de las Cadenas”. Nos precisa además que a inicios de 1960 esta asociación remitió epístola a instancias gubernativas locales, persistiendo en su interés por custodiar el inmueble y conformar en la planta baja de este edificio, un Museo con una biblioteca dedicada a la Historia, anexa al mismo, para el acceso de la población y de los visitantes, tanto nacionales como internacionales. Nunca se materializó dicha petición, otros proyectos que diseñaron su posible restauración y rehabilitación, tampoco lograron concretarse, mas, la Casa de las Cadenas, aguarda, en recodo exacto de su anatomía cancerada, en la esquina de los encuentros cotidianos, sesgo minucioso que une sus fachadas.
No podemos dejar de mencionar que en la década de los 90, se declaró, al Centro Histórico Urbano de Guanabacoa, Monumento Nacional, concediéndosele el Grado de Protección No 1, a la Casa de las Cadenas. ¡Nuestra Casa de las Cadenas!, ¡No la de México, ni tan siquiera la de Sevilla, sino, la de Guanabacoa! Pueblo de indios y Villa de Pepe Antonio. Ella aún se distribuye en su eje quebrado, y en la continuidad memorable de su historia, muere…
Notas:
1 Morell de Santa Cruz, Pedro Agustín: La Visita Eclesiástica. Selección e introducción de César García del Pino. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1985. Página Pág. 40.
2 Esta referencia se obtuvo de la Tesis de Grado de la joven arquitecta Tania Quimper Valdés: Propuesta de acciones de emergencia para la conservación y rehabilitación de la Casa de las Cadenas
3 Noticia que agradecidamente, obtuve del buen amigo y fiel tesorero de la historia, Armando González Roca, especialista y archivero oficial de nuestro Museo Municipal, él mismo nos descubre aristas de este tema, en su artículo publicado, en la efímera pero vigorosa revista digital, intitulada ¨Causa¨, titulado ¨ Réquiem por los últimos días de una casa¨.
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