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Nada es absoluto

12 de mayo de 2017

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pesimismo-y-optimismo

 

Puede parecer claro cuáles son las emociones positivas y cuáles son las negativas, y si ahora mismo hago una encuesta seguramente los resultados serían que las personas me responderían que el miedo, la ira y la tristeza son negativas y que la alegría, el optimismo, la felicidad son claramente positivas, ya que ¿cómo el optimismo puede ser malo? o ¿cómo es que tener miedo es beneficioso? Pues el asunto no es tan sencillo –en realidad nada humano es simple– y es por eso que al inicio utilicé la palabra “parece”, y vamos a ver por qué es que hago esta afirmación. Lo haré en forma de preguntas que cada uno de ustedes se contestará, y así no serán lectores pasivos, sino que encontrarán por sí mismos nuevos conocimientos no solo sobre el papel de las emociones y sus diferentes derivaciones, sino, fundamentalmente reconocer en sí mismos sus emociones, y lo beneficiosos y lo perjudiciales que pueden ser en la vida privada de los que me leen.

Comienzo con esta cuestión: Cuando un perro corre hacia uno con claras de intenciones de ataque, seguro que nos asustamos, nos da un miedo que incluso puede escalar a nivel de terror ¿Y qué hacemos? ¿Qué papel tiene el miedo? ¿Es bueno o malo? ¿Acaso el miedo no nos hace correr y salvarnos de las seguras mordidas? Entonces convendrán conmigo que esta es la parte buena del miedo, y otras situaciones de peligro nos hacen reaccionar de forma que en normalmente no podríamos hacer, como es saltar un muro alto y asirnos con fuerza para evitar una caída que pudiera ser mortal. Hay historias de personas que describen acciones que desarrollaron recursos físicos que les causan asombro después de pasado el susto. Y si se trata de salvar a un ser querido, pues el miedo también puede dar fuerzas y todas las madres sabemos muy bien de esto, ya que por salvar a un hijo de un peligro, nos convertimos en verdaderos titanes.

Por otro lado –ahora poniéndonos en el extremo opuesto–, ¿es el optimismo siempre positivo? Inicialmente ser optimista es bueno, porque trabajar con alguien que emana tanta positividad se contagia ¡y qué decir de estar casado con un o una optimista! Es muy bueno, ya que contar  con alguien tan cercano que nos hace ver el lado bueno de las cosas, y hasta de los problemas resulta muy gratificante y estimulante. Sin embargo, el optimismo bueno tiene sus límites porque cuando se es optimista en cualquier circunstancia y sin real motivo se convierte en perjudicial porque deja de ser realista. ¿Cuándo se trasgrede los límites del optimismo? No resulta fácil la respuesta, pero en sentido general los límites están en que no se debe sobreestimar la situación sin tener en cuenta los elementos reales, así un estudiante trasgrede esos límites siendo optimista ante un examen y tener la certeza que saldrá bien, aún cuando no ha estudiado, solo porque confía en su buena suerte, o  en que el examen será sencillo. A esto se le llama optimismo patológico, y en la vida cotidiana se pueden encontrar otras situaciones, como negar un diagnóstico médico confirmado y la persona se mantiene animado basado en intervenciones místicas. No es que me parezca malo que las personas mantengan la esperanza de curación, porque también está comprobado que mantener un estado de bienestar psicológico es favorable en cualquier enfermedad, pero lo que puede dañar es que al no tener los pies sobre la tierra, o sea, no estar en total conocimiento racional y emocional de todas las acciones que tiene que tomar para seguir tratamiento, es posible que lo no siga por lo que no le da sentido a un optimismo real que debía estar basado en tener buen estado de ánimo pero actuar y no esperar por la suerte.

Así en todas y cada una de las emociones hay que verlas desde las diferentes perspectivas; las buenas y las negativas, porque nada es absoluto.

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