Miriam Makeba
18 de diciembre de 2015
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Para unos más y para otros menos, pero para todos los cubanos Miriam Makeba fue una revelación. La cantante sudafricana llegó por vez primera con lo más cálido del verano, en la segunda quincena de agosto de 1972. Y junto a ella, dos de sus nietos pequeños y el conjunto acompañante de músicos guineanos, invitados por el Gobierno Revolucionario.
Conoció, no solo La Habana, sino también Santa Clara y Santiago, recorrió círculos infantiles, y se compenetró cuanto pudo con el pueblo que la acogió.
“Siempre me gustó cantar, cantaba desde que era niña, toda vez que mi familia estaba muy interesada por la música”, declaró en entrevista concedida a Jaime Sarusky para la revista Bohemia. “En mi música siempre trato de enfatizar la unificación de nuestra tierra, porque como todo el mundo sabe, la unidad es la fuerza”, dijo. Debutó en el teatro Amadeo Roldán, ante un auditorio ansioso por encontrarse con ella. Cantó en los dialectos de África, en inglés, en francés, en portugués. Llegó con su sensualidad y alegría, con su sentido de la canción como medio de expresión de protesta social. Y recibió además una extraordinaria sorpresa: Cuba le abrió su corazón, entregándole carta de ciudadanía y pasaporte.
Regresó al año siguiente, con el cierre del mes de julio, y de nuevo palpó la calidez de la bienvenida. Invitada a presenciar el espectáculo del cabaret Tropicana, no pudo sustraerse al pedido de que cantara, lo hizo para un público que conocía ya su popular “Pata-pata” y que escuchó el estreno de la canción Kilimanjaro. Se le vio retratarse, una vez más, con el casco blanco de los microbrigadistas constructores, siempre sonriente.
De que en Cuba se siente bien dan prueba sus numerosas visitas. En 1978 se la ve en el teatro Karl Marx. “Ella sola representa la más alta expresión del arte. Únasele la sonoridad del grupo que la respalda, el gesto, el sonido africano de la percusión y la mitología de la danza”, se lee en la revista Cuba Internacional.
En 1964 Makeba se pronunció abiertamente contra el apartheid ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Filmes, documentales, su propia autobiografía de 1988, y por supuesto las canciones y grabaciones, la convirtieron en una de las figuras artísticas de África más prominentes del siglo XX. Conocida también como “la mamá de África”, se la nombró Embajadora de Buena Voluntad de la FAO. Miriam Makeba falleció el 10 de noviembre de 2008, en Italia, después de participar en un concierto contra el racismo y la mafia.
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