Miguel de Grandy
25 de agosto de 2017
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Una vez que terminamos de publicar en esta sección la gran mayoría de las epístolas que figuran en nuestro libro Ernesto Lecuona: cartas, que aún se vende en librerías del país, procedemos a incluir en De Ayer y de Siempre muchas de las notas biográficas publicadas al final de la obra.
Ellas tienen como objetivo informar a los lectores quiénes son las personalidades citadas en las cartas.
Grandy Pérez, José Miguel de (La Habana, 1909-Miami, Estados Unidos, 1988). Cantante, actor, director artístico y empresario. Las primeras clases de canto las recibió en su patria de Juan González. En espera de unos contratos comerciales en Nueva York, la necesidad de ganarse la vida transitoriamente lo impulsó a debutar como tenor con la compañía de vodevil Meyer-Holden en la revista Night of Love. Permaneció doce meses en Estados Unidos de Norteamérica que aprovechó, además, para ampliar sus estudios de canto con el maestro Trachakonosky.
El 5 de septiembre de 1925 su nombre aparecería en el programa del concierto típico organizado por Moisés Simons en el teatro Nacional de La Habana. De ese año datan sus vínculos iniciales con Ernesto Lecuona, quien lo presentó en sus jornadas de música cubana y le dedicó la canción Cuando yo muera. En 1927 el creador de La comparsa lo invitó a los recitales que ofreciera en las ciudades norteamericanas de Cayo Hueso y Tampa, en el estado de La Florida, junto con la soprano española Conchita Bañuls y los cantantes cubanos Dora O’Siel y Mariano Meléndez. A seguidas actuó en las audiciones del maestro en el hotel Alamac, de Nueva York. En su labor en los Espectáculos Lecuona, llevados a efecto en el Martí, en 1928, protagonizó al lado de Hortensia Coalla la primera escenificación en Cuba de la opereta Rosalima (L.: Manuel Merino y Antonio Paso, hijo / M.: Ernesto Lecuona).
Como tenor de la compañía de Pepito Gomís, en el Regina, fue uno de los protagonistas que intervino el 15 de febrero de 1929 en el estreno en Cuba de la revista Alma de raza. Casi de inmediato, tuvo a su cargo en ese coliseo los principales roles masculinos de El cafetal y Niña Rita o La Habana en 1830 para un colectivo en que al escenógrafo y empresario catalán se asociaron Lecuona y Sánchez Galarraga.
Durante el primer semestre de 1929 hizo actuaciones, además, en centros urbanos de la Isla. En Santa Clara recibió una oferta del empresario cubano Ramiro de La Presa para una gira a naciones centroamericanas –iniciada en junio, en Costa Rica– con un espectáculo de variedades y revistas musicales presentado por la compañía Armayor. Encontrándose en ese país, lo contrató la compañía italiana de operetas Maresca, con la cual debutó en Panamá en una representación de La duquesa del Bal Tabarin. También viajaron a Colombia, Perú y Chile. Luego de regresar a La Habana, recibió la propuesta de Lecuona de participar en una temporada de arte lírico que debía iniciarse en el Payret el 1º de marzo de marzo, fecha en que estrenaría su zarzuela María la O, con la Bañuls y De Grandy en los roles protagónicos. Desde entonces, declaró: “…un estreno de Lecuona es irresistible […]”.
Realizada tal función y los estrenos de otros títulos del binomio Lecuona-Sánchez Galarraga, interpretó zarzuelas y sainetes líricos españoles con las compañías de Julián Santacruz y la del barítono Augusto Ordóñez. En septiembre de 1930 resultó electo secretario de la entonces recién fundada Asociación de Cantantes de La Habana, presidida por la soprano Dora O’Siel.
Efectuó en 1931 su primer viaje a España. Se presentó en coliseos de Barcelona. Volvió a La Habana al siguiente año y pasó a la nómina de la Compañía Suárez-Rodríguez del Martí. A partir de ese momento fue un tenor imprescindible en los estrenos de títulos esenciales del arte lírico nacional: Soledad (L.: Miguel A. Macau / M.: Rodrigo Prats), Cecilia Valdés (L.: Agustín Rodríguez y José Sánchez Arcilla / M: G. Roig), La hija del Sol (ídem), Rosa la China (L.: G. Sánchez Galarraga / M.: E. Lecuona), La Habana que vuelve (L.: Antonio Castells / M.: Jaime y Rodrigo Prats), Guamá (L.: Federico Villoch / M.: R. Prats), María Belén Chacón (L.: José Sánchez Arcilla / M.: R. Prats), El torrente (L.: Víctor Reyes / M.: E. Lecuona/), Lola Cruz (L.: G. Sánchez Galarraga / M.: E. Lecuona), Amalia Batista (L.: A. Rodríguez / M.: R. Prats), La emperatriz del Pilar (L.: Gustavo Robreño / M.: J. Anckermann), La de Jesús María (L.: Agustín Rodríguez / M.: E. Lecuona), La plaza de la catedral (L.: Francisco Meluzá Otero / M.: E. Lecuona)…
Asimismo interpretó los roles estrenados por otros tenores en obras de suma importancia para el género: El clarín (L.: A. Rodríguez y J. Sánchez Arcilla / M.: G. Roig), El batey (L.: G. Sánchez Galarraga / M.: E. Lecuona) y Julián el Gallo (ídem), entre otras.
Convocado por Lecuona, regresó a España en 1932. Después de actuar De Grandy con el maestro y su orquesta en Madrid y en otras ciudades, participó al lado de Maruja González y Augusto Ordóñez en el estreno en la capital española de la zarzuela cubana La virgen morena (L.: Aurelio G. Riancho / M.: Eliseo Grenet), que alcanzaría centenares de representaciones. Tal hecho tuvo lugar el 1º de febrero de 1933 en el teatro Fuencarral, con una compañía patrocinada por el autor de la obra y el barítono dominicano Eduardo Brito.
Sus recorridos por otras partes del mundo abarcaron nuevas actuaciones en Estados Unidos con presentaciones teatrales y ante los micrófonos de la NBC. Después de 1936 lo hizo en Uruguay, Chile Brasil y Argentina, nación en la que pasó el mayor período de algo más de cuatro años de permanencia en Sudamérica. Al respecto hay que destacar su trabajo en Buenos Aires en las emisoras Radio El Mundo, Radio Belgrano y Radio Sarmiento y con la compañía de operetas de Franca Boni-Alba Regina y los conjuntos artísticos de Luis Sagi Vela y Carmen Amaya.
Estando aún en la capital argentina, se incorporó en 1940, en calidad de primer tenor y director de escena, a la Compañía Cubana de Espectáculos Musicales Ernesto Lecuona que presentó El cafetal, María la O, Rosa la China, Lola Cruz y revistas con música del pianista y compositor en los teatros Ateneo y San Martín.
A petición del maestro, trabajó con él en una temporada de su conjunto lírico en el Principal de la Comedia, de La Habana, iniciada el 1º de octubre de 1941. El día 28 del siguiente mes debutó en este coliseo una compañía formada por De Grandy. Con ella estrenó en Cuba –el 15 de enero de 1942– la zarzuela española Luisa Fernanda, junto con los cantantes cubanos Zoraida Marrero, Rosita Fornés, Paco Obregón y el tenor cómico y director artístico español Antonio Palacios.
Desde entonces –con agrupaciones propias o extranjeras– Miguel de Grandy tuvo una presencia clave en colectivos de operetas y zarzuelas fundados en Cuba o que pasaron por su capital, cuando a esta se le consideraba una plaza teatral de primera categoría. Para algunos en que fuera empresario contrató a las sopranos españolas Pepita Embil y Dorini de Disso y al barítono chileno Carlo Morelli, entre otras reconocidas figuras.
En los decenios del cuarenta y cincuenta efectuó nuevas actuaciones en Argentina y Chile y se presentó en México, Venezuela y Puerto Rico. Como parte de esa actividad, dirigió en 1946 la Compañía de Operetas de Franca Boni, en el teatro bonaerense Avenida y, seis años después, triunfó en el Arbeu de la capital mexicana, al lado de los cantantes líricos españoles Tomás Álvarez y Marianella Barandalla.
El 9 de agosto de 1952 festejó sus Bodas de Plata con el arte en el teatro Blanquita (actual Karl Marx), de La Habana. Para la interpretación de los roles protagónicos tuvo a su lado, en reiteradas ocasiones, a Maruja González.
Una vez inaugurada la televisión nacional desempeñó tareas de director o cantante en programas destinados a zarzuelas cubanas y españolas. Fue el primer director artístico del Teatro Lírico Nacional, al fundarse este grupo en 1962. Por esta época evidenció sus dotes de actor (Sara en el traspatio, de Manuel Reguera Saumell; El baile, de Edgar Neville; Un sorbo de miel, de Shelagh Delaney; La mamma, versión libre del francés André Roussin sobre la novela El bello Antonio, de Vitaliano Brancatti…) en temporadas indistintamente realizadas en las salas habaneras El Sótano o Arlequín con la vedette María de los Ángeles Santana y otros valiosos artistas.
Decidió irse a España en 1968. Luego se radicó en Estados Unidos. Allí continuaría sus labores de cantante y director, principalmente con la Sociedad Pro Arte Grateli, de Miami. También actuó y colaboró con empeños líricos en Puerto Rico. En 1977 celebró sus Bodas de Oro en el arte, y ocho años más tarde hizo sus últimas apariciones públicas. Su voz quedó registrada en grabaciones discográficas de las firmas Victor y Brunswick.
Lecuona aseguró que Miguel de Grandy era “…el tenor por excelencia para mi repertorio de canciones”. Le dedicó el bolero ¡Mujer! y las canciones Tu ausencia, Cuando yo muera y Soy razonable.
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