Mercaderes No. 157 y la huelga del 9 de abril

14 de agosto de 2020

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Yamira Rodríguez Marcano

 

 

Un hecho importante en la Cuba republicana hizo que el edificio de Mercaderes No. 157 pasara a la historia: la huelga del 9 de abril. En 1958, la armería de la calle Mercaderes fue asaltada por miembros del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (M-26-7) como parte de un plan general para derrocar la tiranía del entonces Presidente Fulgencio Batista.

La huelga general revolucionaria se convocó ese día. A las 11.00 de la mañana las principales emisoras de la capital y del interior del país interrumpieron sus transmisiones habituales para anunciar la huelga, en tanto las milicias del movimiento clandestino salieron a las calles con el fin de detener el tránsito.

Cientos de revolucionarios, en su mayoría jóvenes, apoyaron el llamamiento motivados por la lucha que llevaría a un cambio radical en la Isla. Numerosas fueron las acciones emprendidas en la capital y en otras ciudades a lo largo del país, entre ellas, los asaltos a distintas emisoras radiales, paros y sabotajes en varias terminales de transportación, quema de gasolineras y vehículos, descarrilamiento de trenes, entre tantas que revelaron el espíritu de lucha en territorios como Matanzas, Santa Clara, Ciego de Ávila, Camagüey, Santiago de Cuba, Guantánamo y otras localidades, como Sagua la Grande, donde los revolucionarios pudieron tomar la ciudad.

 

 

En La Habana se volaron varios registros de electricidad y se realizaron disímiles acciones armadas, las cuales se extendieron a centros obreros de Guanabacoa y el Cotorro, pero sin dudas la más osada de todas fue el asalto al establecimiento de la “Compañía Armera de Cuba S.A.”

El objetivo era conseguir algunas armas para los comandos clandestinos que operarían en la capital como apoyo a la huelga. En esta tienda se vendían objetos para la caza deportiva como escopetas, fusiles, cartuchos, cuchillos y otras municiones.

Solo se logró paralizar en parte el transporte público y el funcionamiento de los comercios. La huelga general no tuvo al final los resultados que el movimiento revolucionario esperaba. En horas de la tarde la manifestación había sido sofocada.

 

 

De los asaltantes a la armería fueron asesinados Carlos Astiazaraín Turró, Marcelo Muñoz Zamora, Roberto Casals Fernández del Cueto y Reinaldo Aulet Rodríguez del Rey. La confusión y el encuentro con la policía impidieron que la operación fuera exitosa. Carlos R. Astiazaraín fue ultimado en el interior del edificio Lamparilla No. 9 y frente a él cayeron los otros tres, quienes se batieron hasta el final para cubrir la retirada de sus compañeros.

No pocos combatientes murieron en las operaciones o fueron asesinados por los cuerpos represivos de la tiranía, como Marcelo Salado Lastra (segundo al mando del M-26-7 en la capital), baleado en la esquina de G y 25 en El Vedado, cuando intentaba contactar con miembros del Frente Obrero Nacional (FON). Entre esos nombres igual destacan el de Sergio González López (El Curita), René Arcay, Gerardo Abreu Fontán, Noel Hernández Jiménez, por solo mencionar algunos. Otros muchos resultaron detenidos y en los días siguientes fueron arrojados cadáveres en diversos lugares, con muestras de torturas.

Así lo resumió la Policía Nacional en el Diario de La Marina del 10 de abril de 1958, Obsérvese que el asalto a la Armería es el primer hecho que se cita en esta parte del informe.

 

 

La falta de entrenamiento y preparación, el sectarismo entre las fuerzas rectoras, la hora inapropiada del llamado, la carencia de armas y la represión de la policía, entre otros factores, hicieron de esta operación un fracaso. No obstante, la huelga general revolucionaria del 9 de abril de 1958 fue la acción armada simultánea de mayor relevancia llevada a cabo en todas las ciudades del país para derrocar al Presidente Fulgencio Batista.