Masturbarse: ¿pecado o placer? (II)
27 de marzo de 2015
|Los órganos sexuales no saben distinguir entre un orgasmo producido por la masturbación y uno provocado por la copulación, debido a que el lugar donde él se produce, es el mismo en ambos casos: el cerebro.
Existen varios tipos de masturbación. Uno de los más comunes es la auto estimulación mutua, en la que ambas partes de la pareja, se llevan uno al otro al clímax, frotándose sus principales órganos sexuales; y el otro la estimulación del pene o el clítoris hasta el punto del orgasmo, sin haber tenido realmente una relación sexual con otra persona. Ambos son empleados por personas de las más disímiles edades.
La frecuencia con que se practica, casi nunca es un problema, puesto que los genitales tienen sistemas de seguridad y protección naturales. Después de cada orgasmo, existe en el hombre un período de tranquilidad necesario antes de que los nervios sexuales puedan volver a transmitir impulsos, intervalo durante el que no es posible una nueva actividad sexual. Este período es de aproximadamente cuatro minutos en un muchacho de 14 años y de unos 30 en un hombre maduro. En la mayoría de los casos, cifras que varían en dependencia de los factores que puedan interferir en la actividad sexual.
Las mujeres pueden experimentar numerosos orgasmos en una sola experiencia de masturbación, pero casi siempre se presenta el agotamiento antes de que pueda ocurrir un daño físico. Durante la adolescencia y en períodos temporales de separación, o en momentos de aislamiento forzado, cumple sus propósitos de aliviar las tensiones sexuales. Sin embargo, la masturbación, posee una desventaja abrumadora: no es tan divertida como la relación sexual, aunque sin llegar a constituirse como un sustituto del coito, puede llegar a ser un complemento racional de éste.
Tampoco el acto de la masturbación, ofrece la oportunidad de obtener la satisfacción emocional que proviene de una experiencia cálida y amorosa, como la que proporcionan las relaciones sexuales eróticas íntimas. En el mejor de los casos, es una solución temporal a un problema muy real, una forma de encarar potentes y normales sentimientos sexuales, que no pueden negarse, pero nunca podrá tomar el lugar del coito normal y amoroso, que si puede proporcionar la relación sexual completa de pareja.
Muchas veces, cuando se establece la práctica de las relaciones sexuales en una pareja, la masturbación pasa a un segundo plano y hasta puede desaparecer y solo puede volver en determinados períodos de privación sexual, como un recurso emergente, pero insistimos, no es ningún delito, por el contrario, enriquece la relación sexual de la pareja, que se incluya eventualmente como parte del erotismo dentro de una relación estable o no, sin que esto signifique que sustituya ese importante y necesario contacto de los cuerpos, como expresión máxima del amor entre dos personas que han decidido disfrutar de una sexualidad sana y plena, tan importante para el equilibrio del proceso salud – enfermedad, sobre todo, como elemento imprescindible para la mutua satisfacción, y realización personal de uno y otro y para el logro de ese estado de satisfacción, de bienestar y de gozo físico y mental que es precisamente lo que denominamos estado de salud.
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