Martí en una expedición para la Guerra de los Diez Años
4 de junio de 2020
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Es perfectamente conocido como el alzamiento del 10 de octubre de 1868 transformó la vida cubana y, particularmente, la de José Martí, quien desde los quince años que contaba en aquel momento dedicó su pluma al combate contra el colonialismo. Los meses de presidio trabajando en las canteras marcaron para siempre su cuerpo y su existencia en la defensa de la patria libre. Sin embargo, no peleó arma en mano por la independencia hasta el fatídico 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos, acto que todavía hay quienes no alcanzan a comprender.
Hay pruebas de que mucho antes, en 1876, Martí participó en los preparativos de una expedición que saldría desde México con él a bordo. Es un episodio poco conocido acerca del cual aún restan aspectos por develar. Lo que hoy sabemos se debe al historiador Ibrahim Hidalgo Paz, quien hace más de treinta años entregó elementos claves probatorios del intento martiano por incorporarse a las filas insurrectas.
La primera noticia la brindó Gonzalo de Quesada en una nota biográfica sobre Martí publicada en el periódico Patria el 9 de julio de 1892. El entonces secretario del ya Delegado del Partido Revolucionario Cubano escribió que asentado en México “organizó una brillante expedición que fracasó por causas tristes de recordar.” Martí, en carta a Quesada desde Cayo Hueso, le agradece sus “tiernas frases” y no le desmiente respecto a ese tema.
El 30 de junio de 1876 Martí y otros cuatro patriotas informaron a Miguel Aldama que se habían inscrito en el Registro de Ciudadanos dispuesto por el gobierno de la República en Armas desde los campos de la Isla a fin de conocer quiénes podrían sumarse a las tropas libertadoras. Aldama, representante en ese momento del gobierno cubano en Estados Unidos, respondió con la petición de que formasen un fondo para la guerra.
Es de suponer que varios de los patriotas en México, y Martí entre ellos, sabían de los planes expedicionarios de Rafael de Quesada, asentado también en ese país y hermano del general Manuel de Quesada, enviado a las emigraciones por Carlos Manuel de Céspedes durante su presidencia para remitir recursos bélicos a los mambises. Ambos hermanos habían alcanzado altos grados en el ejército mexicano durante la guerra frente al Imperio conservador apoyado por tropas francesas, y por ello contaron con la simpatía del presidente mexicano, Sebastián Lerdo de Tejada, quien prometió destinar mil soldados a la causa cubana.
En dos momentos de 1876, en sus escritos para la Revista Universal, diario de México de cuya redacción formaba parte, Martí habla de expediciones a Cuba dirigidas por Manuel de Quesada. Otra prueba de su posible involucramiento podría inferirse de su amistad con el presidente Lerdo de Tejada, cuya reelección ese año el cubano apoyó desde aquel diario y acompañándole en algunos actos de su campaña electoral. A pesar de que solo residía en México desde 1875, el joven cubano se ganó muy pronto el respeto y el afecto de la intelectualidad y los políticos liberales, muchos de ellos combatientes años atrás en las guerras al lado de Benito Juárez, por lo que es altamente posible que Martí colaborara estrechamente con Rafael de Quesada en el proyecto expedicionario.
Pero se interpusieron, por un lado, el derrocamiento de Lerdo por el alzamiento del general Porfirio Díaz, y, por otro, las divisiones en la emigración cubana entre los seguidores de Aldama, quien obstaculizaba cualquier acción de los quesadistas y de Francisco Vicente Aguilera, enviado en su condición de vicepresidente de la República en Armas por Céspedes para unificar la acción de los emigrados.
De haber ocurrido tal desembarco quizás el curso de la guerra no hubiera continuado por el camino de debilitamiento, dados los cada vez más escasos elementos bélicos y las divisiones internas, que condujeron a un fin sin independencia y sin abolición de la esclavitud. Creo que, muy probablemente, José Martí habría sido uno de los expedicionarios.
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