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Martí en Dos Ríos: el 13 y 14 de mayo

14 de mayo de 2021

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unnamedSiete días duró la estancia de José Martí en el campamento de Dos Ríos. El lunes 13 de mayo de 1895, tras una jornada a caballo siguiendo el curso del río Cauto, y luego de atravesar el río Contramaestre, cerca de la unión entre ambas corrientes, Martí, Máximo Gómez y la pequeña escolta que les acompañaba, acampan en unos ranchos abandonados, propiedad de José Rafael Pacheco, vecino del lugar. Están a la espera de Bartolomé Masó, compañero de Céspedes el 10 de octubre de 1868 y líder de los patriotas de Manzanillo, para ajustar con él los planes bélicos en la región oriental e intercambiar acerca de cómo organizar la dirección de la contienda.
A Martí le preparan un ungüento de hojas de de zarza o de tomate untadas con sebo: remedio de sabiduría campesina para los nacidos. Y con el rancho barrido y las hamacas tendidas, el Delegado escribe y lee mientras llueve y duerme “sueño inquieto”, según anota en su diario.
Los apuntes del martes 14 le ocupan más de dos hojas. Es día de ajetreo en el campamento. El general Gómez sale con una guerrilla al caserío de Las Ventas de Casanova. Martí escribe, dice que “poco y mal, porque estoy pensando con zozobra y amargura.” Se pregunta sobre su drama interior: “¿Hasta qué punto será útil a mi país mi desistimiento?” Y se responde: “Y debo desistir, en cto. llegase la hora propia, pᵃ tener libertad de aconsejar, y poder moral pᵃ el peligro q. de años atrás preveo, y en la soledad en q. voy, impere acaso, por la desorganización e incomunicación q. en mi aislamiento no puedo vencer, aunque a campo libre, la revolución entraría naturalmente, por su unidad de alma en las formas que asegurarían y acelerarían su triunfo.”
Recogió Martí en su diario más sucesos ese 14 de mayo. Se reciben visitantes: el alcalde gallego de Las Ventas, que declara serlo “a la fuerza” y unos balseros piden permiso para acarrear madera, lo cual se les prohíbe para no darle provecho al enemigo. Llega Casiano Leyva, vecino de la zona, en busca de autorización para llevar carne al vecindario. Lo describe así, favorablemente: “a caballo, a paso sereno, bajo la lluvia”; “un magnífico hombre, negro de color, con gran sombrero de ala vuelta”; de •”noble rostro, frente alta y fugitiva, combada al medio; entre pómulos anchos; nariz pura; y hacia la barba aguda la pera canosa”; “cuanto hace tiene inteligencia y majestad.” José Rosalío Pacheco, hermano del dueño de las viviendas y nombrado prefecto del lugar por los patriotas, y su esposa andaluza dan vida al campamento: él trae recados, leche, cubiertos, platos; ella atiende a otro andaluz enfermo que ha desertado del ejército colonialista “porque aquello era maltratar a los hombres, le cuenta a Martí.
Al final de los apuntes del 14 de mayo, probablemente ya atardeciendo, señala, sin comentarios que ha escrito las Instrucciones Generales para los Jefes y Oficiales del Ejército Libertador, larguísimo documento que lleva su firma y la de Gómez, con el que busca unidad y energía de acción del ejército cubano. Al parecer, pues, lo terminó de una tirada, y debe haberle dedicado varias horas de laboreo intenso ya que precisa con minuciosidad las orientaciones para evitar la llegada de recursos a las zonas bajo el control colonialista a la vez que reitera ideas expresadas antes en el Manifiesto de Montecristi en cuanto al respeto a los españoles residentes en la isla y el acoger a los jóvenes conscriptos obligados al servicio militar.
Quizás trabajó en el texto hasta hora tardía, pero supongo que menos cansado por haber sido aquel martes un día sin marcha, su sueño de esa noche y madrugada debe haber sido más tranquilo.

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