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Martí ante una falsa noticia sobre Calixto García

31 de mayo de 2024

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El 9 de enero de 1880, a los seis días de su arribo a Nueva York, José Martí fue electo vocal del Comité Revolucionario Cubano presidido por el general holguinero y pasados siete días asistió a su primera reunión de este grupo de patriotas que preparaban la que fue llamada Guerra Chiquita. El 26 de marzo del mismo año, antes de embarcarse esa noche para incorporarse a aquella contienda, el general lo designó, con la aprobación de todos sus miembros,, como su sustituto en la presidencia de ese Comité. A todas luces, en muy corto tiempo, la actuación del joven se ganó la confianza plena de aquel jefe. Martí y García nunca más se encontraron, pues a la muerte de Martí en combate aún el general no se había podido incorporar a la pelea.

El 16 de enero de 1894 el periódico Patria publicó un texto martiano titulado “Calixto García Íñiguez” en el cual anunciaba la muerte del general en España, donde residía deportado desde que fue apresado a su arribo a Cuba en 1880. En sus palabras, el Delegado lo califica así: “El cuban famoso, el héroe que prefirió el suicidio al cautiverio, el militar brillante y culto, el hijo fiel que por sobre todas las apariencias le guardaba a Cuba el corazón leal, ha desaparecido violentamente de la vida.” Y expresa así Martí su reconocimiento: Con la bandera de la revolución cubramos el cadáver del hombre desdichado. Venerémosle como a héroe”

Pero once días después, Martí rectifica en Patria esa información y escribe: “El cable, ligero e interesado, anunció falsamente su suicidio. La noticia, con rara tenacidad, quedó en pie sin que nadie la desmintiera.” ¿Acaso sospechó Martí si no sería aquella una noticia que pretendía desacreditar la reconocida heroicidad de Calixto García o si se estaba fraguando una agresión de los colonialistas contra su persona? Luego se extiende Martí en la descripción de la vida del general dedicada a la patria y lanza una larga pregunta que induce a que fue intencionada aquella información equivocada: “¿qué importaría, aunque lo hubiese, un gesto brusco, un desdén inoportuno, un error de concepto, justificado acaso por la impaciencia y la hombría, o un rasguño en las botas del camino?”

Con el párrafo de cierre, une Martí la alegría por saber a Calixto García con vida con la reiteración de su valía para el patriotismo cubano: ”Feliz ha sido, por otra parte, la equivocación de la muerte, puesto que por ella, allá en los fríos acuchillados de Madrid, habrá podido ver el hombre de la Revolución cómo sus hermanos lo aman y veneran, cómo —en el seguro de su tumba— ni sus compañeros de ayer, ni los hijos de sus compañeros tuvieron para él más que palabras de cariño y de gloria.”

Sin dudas, estas sentidas ideas del Maestro entregan un hermoso sentido acerca del héroe que luego brilló también en la campaña del 95 al 98 y que es uno de los grandes de la patria.

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