Martí ante el deber
19 de mayo de 2023
|Hoy 19 de mayo se cumplen 128 años de la caída de Martí en Dos Ríos, del momento supremo de la entrega a la libertad del líder indiscutible de las emigraciones cubanas organizadas en el Partido Revolucionario Cubano, del que supo ganarse la confianza de los patriotas residentes en la Isla. Aquella fue una pérdida irreparable cuando, en su condición de Delegado del PRC, se aprestaba, junto a Máximo Gómez, a pasar a Camagüey y allí formar la dirección de la revolución hasta la expulsión de la metrópoli española.
Al divulgarse su muerte, muchos objetaron su presencia en el campo de batalla por no considerarlo un hombre de armas. Todavía hay quienes preguntan por qué Martí se empeñó en participar en aquel encuentro de Dos Ríos. Tal preocupación, sin embargo, suele sustentarse sobre bases falsas: que no sabía montar a caballo ni tenía conocimiento del uso de las armas de fuego. Y aún se sigue repitiendo que el Maestro buscó la muerte a conciencia, que se suicidó. Sin embargo, todos los que trataron a Martí desde mucho antes han reiterado, que aún en los momentos más difíciles de los trajines patrióticos, no se dejó aplastar por las dificultades.
Se ha dicho, pero sin elemento real alguno, que Martí se aprestaba a salir de Cuba. En su diario y sus cartas de entonces se demuestra absolutamente lo contrario. ¿Podía ser un suicida quien el día antes de su muerte había iniciado una carta a su amigo mexicano Manuel Mercado en la cual revelaba con claridad total los hondos objetivos que le animaban? ¿Podía tener la absurda y cobarde vocación de regalar su vida? ¿Fue tan irresponsable que condujo conscientemente a la muerte a Ángel de la Guardia, su joven acompañante aquel 19 de mayo?
Martí tenía que demostrarle a aquella tropa mambisa que lo había aplaudido con fervor momentos antes que él no llamaba a otros al combate mientras él se resguardaba en el campamento.
Su honor personal, su sentido del deber por haber convocado a la guerra, su deuda desde 1868, su responsabilidad por el liderazgo que ostentaba y se le reconocía dadas sus funciones, le llevaron seguramente a tomar la decisión de participar en aquella pelea, a tener su bautismo de fuego, tristemente el primero y el último.
En la hermosa historia cubana por la patria libre y soberana los líderes siempre han combatido al frente de su pueblo. Los de entonces así lo hicieron; quienes les han continuado desde el siglo XX han repetido esa conducta. Ser líder en Cuba significa correr todos los riesgos, hasta los de la guerra por la patria. Y esa es, sin dudas, una tradición martiana.
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