María Eugenia Barrios, 54 años después
21 de junio de 2013
|El pasado 31 de mayo se cumplieron 54 años del debut escénico de la soprano María Eugenia Barrios, quien interpretó, en idéntica fecha de 1959, la “Salida de Cecilia Valdés”, bajo la dirección de su maestro Gonzalo Roig.
Había nacido en La Habana el 16 de diciembre de 1940. Su formación en el canto lírico comenzó en su ciudad natal con las profesoras Esperanza Castillo y Carmelina Santana, antes de recibir clases del propio Roig. Vendrían luego sus estudios de especialización en el Conservatorio Chaicovski de Moscú con la maestra Nina Darleak. A partir de 1966 forma parte de los elencos de Ópera Nacional de Cuba, luego devenida Teatro Lírico Nacional.
He seguido durante años su carrera artística y puedo dar fe de que a sus notables facultades vocales une otras de carácter dramático, así he podido constatarlo cuando he asistido a sus desempeños escénicos en personajes tan diversos como la Violeta Valery de La Traviata, Leonora de El Trovador, ambas de Verdi, así como en la Tosca de la ópera homónima de Puccini, sin olvidar la Cio Cio San de Madame Butterfly y hasta la Matilde de la ópera cubana La Esclava de José Mauri Esteve, cuando esta fue devuelta a la luz hace más de tres décadas.
Su trayectoria, que incluye también la interpretación de zarzuelas cubanas como Cecilia Valdés, Amalia Batista y María la O, se ha enriquecido con giras internacionales que abarcan países como Corea, Bulgaria, Polonia y México, entre otros.
Un aspecto muy importante en su quehacer artístico es su labor pedagógica, por años ha sido profesora de la cátedra de Canto del Instituto Superior de Arte y ha tenido la habilidad y la gracia para formar a más de una generación de artistas a los que ha instruido en los secretos de su profesión, baste con citar el ejemplo de la notable soprano Bárbara Llanes.
De ella merecen mencionarse el cuidado que pone en la psicología dramática de los personajes que interpreta, su tenacidad, el fervor con que ha desarrollado una de las carreras artísticas más extensas que haya podido mostrar cantante lírico alguno entre nosotros.
No se equivocaba el maestro Roig cuando llevó ante el público a aquella discípula notable, agregaba otro mérito a su fecundísima labor como creador. No puede escribirse la historia del arte lírico en Cuba, sin otorgar en ella un lugar destacado a María Eugenia Barrios.
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