“Manual del perfecto sinvergüenza”
17 de marzo de 2017
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El manual del perfecto sinvergüenza, publicado en La Habana en 1922 por el periodista José M. Muzaurieta, constituye una graciosa sátira de las inmoralidades políticas de la recién inaugurada República, y explica cómo desde una asamblea municipal de cualquier partido, se podía escalar hasta Primer Magistrado de la nación.
Cuenta con el prólogo del notorio bandolero Ramón Arroyo, “Arroyito, mes y medio” antes de ser capturado, en el que escribe: “¿Qué diferencia existe entre un secuestro y un asalto al tesoro público? ¿Acaso el hurto de una res no es pariente cercano del feo negocio del cambio de cheques? ¿Son mejores que yo los que se enriquecen a costa del hambre del pueblo? Y los que hundieron los bancos y dejaron en la miseria a infelices depositantes, cargando con sus ahorros. Yo soy de los que no saben nadar y guardar las ropas”.
La obra inserta una carta del prestigioso patriota e intelectual Enrique José Varona, en la que agradece a su autor haberla escrito, ya que más que un libro es un termocauterio.
Inserta el manual un capítulo dedicado a los “ejercicios espirituales” que deben caracterizar al aspirante a un cargo público en la época, entre los que se destacan: “Ámese a sí mismo sobre todas la cosas. Nunca diga lo que sienta ni sienta lo que diga. No combata las llamadas tiranías, póngase al lado de los tiranos y explote a los demás. No se meta en revoluciones: pero súmese a ellas si triunfan. Cuando un perro tenga dinero, dígale. Señor perro. De limosnas, pero hágalo en sitios públicos para que adquiera fama de caritativo. Cuando haya que defender la patria diga que usted es católico y todos los hombres son sus hermanos. Vaya a los entierros y de pésames, esa es una oportunidad de hacer relaciones. Coja fiado y no pague, diga después que el tendero es un ladón”.
El protagonista de la obra, basado en estos “ejercicios” y otros, logró desde la base, ser primero concejal, luego representante a la cámara, más tarde senador y finalmente presidente de la República.
El tono irónico en que está escrito, la gracia picaresca del estilo y las ideas demoledoras que contiene, ponen un sello distintivo a este libro de solo 95 páginas, que hicieron reflexionar a muchos cubanos de las primeras décadas de la República.
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