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Lucius Walker

18 de octubre de 2017

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El pastor de la Iglesia Bautista Lucius Walker fundó la Organización Pastores por la Paz con la cual, cada año y por espacio de dos décadas, desde 1992, condujo su Caravana de la Amistad hasta Cuba, con alimentos, medicinas, equipos de computación, ómnibus de 80 años, y otros artículos de uso indispensable, para lo cual sorteó un sinnúmero de dificultades impuestas por su gobierno.

El reverendo Walker se convirtió en uno de los símbolos de la tenacidad y el empeño de servir al prójimo. En Cuba se le conoció por sus numerosísimas y anuales visitas, siempre acompañado por otros miembros de Pastores por la Paz, que llegaban al cabo de un largo periplo con su cargamento de solidaridad, como una manera de “ayudar –según expresara– a las víctimas de la política exterior de Estados Unidos”, principalmente en países de Centroamérica y, en el caso de Cuba, como expresión de su oposición al bloqueo norteamericano al país antillano, al tiempo que abogaba por la normalización de las relaciones comerciales entre ambas naciones y el cese de las restricciones de los viajes a Cuba.

Se compenetró con la vida del país y los cubanos se acostumbraron a verlo, siempre sonriente, en los actos de convocatoria ciudadana, en intervenciones ante la prensa y en el ejercicio de la solidaridad. Una sincera y recíproca corriente de simpatía se tejió entre el reverendo y el pueblo cubano.

Lucis Walker nació en Roselle, New Jersey, el 3 de agosto de 1930. Hizo estudios universitarios y dos maestrías –en Divinidad y en Trabajo Social– que avalaban su sólida formación teológica y humanística y recibió además el título honorífico de Doctor en Humanidades, conferido por el Malcolm X College de Chicago. Fue uno de los creadores de la Fundación Interreligiosa para la Organización Comunitaria (IFCO) en 1967. Entre 1973 y 1978 fue Secretario General Asociado del Consejo Nacional de Iglesias de Cristo en Estados Unidos.

 

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Sus declaraciones públicas lo revelaron como un crítico de la política exterior de su país y de las consecuencias de esta sobre los países en vías de desarrollo o sobre aquellos cuyas políticas entraran en contradicción con los intereses norteamericanos.

Vida, fe y ejemplo puso por delante el reverendo Lucius Walker, quien falleció repentinamente el 17 de septiembre de 2010, a la edad de 80 años, en Nueva York. La noticia causó consternación en Cuba. En junio de 2011 se anunció que en consonancia con la voluntad del reverendo, sus cenizas se trasladarían a Cuba, donde se depositaron 30 de julio del 2011 y se develó una tarja en su honor.

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