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Los riesgos en la ancianidad en una familia disfuncional

19 de diciembre de 2014

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Conocer estos riesgos, los cuales debe anotar en una hoja de papel, se puede constituir en una guía para la acción, destacando o subrayando los no evitados y los eliminados como riesgos en su convivencia familiar.

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1.    Percatarnos de que nuestra familia en la actualidad es disfuncional.
2.    Percatarnos y hacer consciente la existencia en etapas anteriores de una disfunción familiar en la propia historia de la familiar.
3.    Revisar si en algunos miembros de la familia o en todos existen concepciones de rechazo e intolerancia hacia el envejecimiento y de forma más específica hacia los ancianos.
4.    Conocer y tener un diagnóstico claro de hasta donde el deterioro del estado funcional del anciano, si es necesario ser valorado por un geriatra para recibir orientaciones precisas de cómo tratarlos e integrarlos a la dinámica familiar.
5.    Revisión y si fuese necesario un reajuste en cuanto a los papeles que desempeña cada miembro de la familia acorde a las condiciones actuales, donde tal vez ya esa persona que ha envejecido dejará de adjudicarse algunos que venía asumiendo hasta ese momento.
6.    Detectar a tiempo y tomar medidas en cuanto a la ausencia de apoyo tanto espiritual como material desde la familia hacia el anciano.
7.    Establecer estrategias, medidas que puedan propiciar auto seguridad a esa persona que ha envejecido dentro de la familia. Esto evitará muchos trastornos que pueden trascender en el funcionamiento armónico familiar.
8.    Revisar las jerarquías sobre todo en lo referente a la toma de decisiones, no se puede establecer un sistema de jerarquías y responsabilidades rígidos, no caer en extremos, eliminar esa imagen de que la persona que envejece no tendrá participación en las tomas de decisiones, y aclaro, aunque sus sugerencias y decisiones no sean las más razonables y adecuada y no se tomen, pero si escucharlas, darle siempre la posibilidad de que opinen, es posible que tal vez de ellos se origine la mejor de las decisiones.
9.    Tener en cuenta la afectación que pueden provocar en estas edades eventos como la pérdida de seres queridos, el conyugue, hijos, hermanos y amigos contemporáneos, el proceso de cambio por jubilación, si se produce un cambio de domicilio o hasta de habitación u otros significativos en la vivienda, llegada de nuevos miembros a la familia, sobre todo adultos, la pareja de hijos o nietos, en fin, la necesidad de adaptaciones ante eventos vitales que en la vejez adquieren otra connotación.
10.    La presencia en los ancianos o en algún miembro de la familia de alcoholismo, trastornos psiquiátricos, discapacidades, enfermedades crónicas que disminuyen la capacidad del enfermo, o que se encuentren en fase terminal.
Todas estas primicias que pueden evitarse, solucionarse o al menos atenuarse pueden estar dentro de las estrategias de prevención o de erradicación de la no funcionabilidad familiar.
No quedan dudas de la repercusión que puede tener la disfunción familiar en el estado de salud de los ancianos, como pueden ser, alteraciones o trastornos en el orden afectivo propiciando estados depresivos, marcada ansiedad, una casi permanente irritabilidad, la aparición de trastornos del sueño y afectaciones en el orden emocional que pueden llevarlo a un aislamiento total y a que comiencen a presentarse ideas que afectan sus niveles de autoestima y de asertividad y llegar a tener, incluso, ideas suicidas.
Lo anterior, provoca deficiencias considerables en el sistema inmunológico, lo que hace al anciano más vulnerable a enfermedades infecciosas de transmisión y a la aparición o agravamiento de las crónicas no transmisibles y una considerable afectación nutricional. Por otra parte el abandono hacia su persona, de los hábitos higiénicos y de la atención médica sistemática, contribuye a ese deterioro generalizado que finalmente repercute en su no ubicación armónica y placentera dentro del contexto socio familiar provocando la disfuncionabilidad no solo individual sino familiar, afectando al resto de las personas con las cuales convive en familia.
Usted podría preguntarse, ¿cómo podemos asumir y atender estos casos, sobre todo los más extremos? El Sistema de Salud tiene Centros Geriátricos especializados en cómo atender a las personas que envejecen, a partir de una evaluación no solo orgánica sino psico social que se práctica al anciano y a su familia. En estos centros se desarrollan grupos de orientación familiar y de forma más especifica con las que tienen ancianos con discapacidades físicas o mentales, las orientaciones a los cuidadores dentro de la familia, sobre todo, de aquellos diagnosticados con algún tipo de demencia y el desarrollo de las dinámicas familiares encaminadas al mejoramiento de las relaciones interpersonales, el reajuste de roles, especificaciones en cuanto a la atención de los miembros que han envejecido dentro de la misma. Todo ello es importante y muy necesario informarse, por qué la familia en la que conviven personas que han envejecido, reclama nuevos retos para su funcionabilidad, y de ello comentaremos la próxima semana.

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