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Los hombres no lloran

29 de agosto de 2014

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hombre llorandoPara nadie es una frase desconocida la que le da título al artículo de hoy, porque resulta  culturalmente establecida por cánones éticos de la masculinidad y es parte obligatoria de la educación de los niños varones, masculinos, machos,  y lo recalco porque así somos los latinos cuando de masculinidad se trata; muy claros para que no hayan dudas, por lo que se les enseña a los niños que no se llora ante ninguna circunstancia,  ya que llorar es de niñitas, y los varones se aguantan que para eso tienen testículos (casi nunca se usa esta palabra, sino la otra, la popular que no voy  a escribir por cuestiones obvias), siendo esta frase reforzada cada vez que el pequeño llora ante un dolor físico, una pérdida y cualquier otro evento que conlleve dolor. No educar así al hijo conlleva a  un riesgo social, aún cuando los padres sean de esos que creen que esto es un mito, una falsedad e incluso una crueldad privar a un ser humano de expresar el dolor con una manifestación universalmente conocida y profundamente humana como es el llanto, porque estos padres saben lo que puede conllevar tener un hijo varón llorón; que le comprometan su orientación sexual y sea mirado de reojo, e incluso que sea despreciado. Una amiga, psicóloga y de ideas muy avanzadas tiene dos hijos y me decía que por estas razones sociales, pese a que cree firmemente en el derecho de manifestar el dolor a través del llanto en los hombres, a sus hijos lo más que pudo enseñarles fue a que “no se llora por boberías”, y me explicaba que fue la fórmula menos invasiva que encontró para que sus hijos no fueran objeto de prejuicios sociales, ni impedirles que fueran humanos ante el dolor, la pérdida, la frustración y todas aquellas situaciones que nos hace que las lágrimas nos inunden los ojos. Las mujeres tenemos en este sentido una gran ventaja, porque a diferencia de los hombres, el llanto es la manifestación más elevada y sublime de la feminidad, que nos muestra vulnerables, lo que hace que los hombres se sientan indefensos ante el llanto femenino y nos quieran cuidar y proteger, y si en este instante le viene a la mente la imagen del Príncipe Encantador a galope en su caballo blanco para rescatar a la indefensa princesa, pues tiene justamente la idea que le viene a la cabeza a los hombres cuando nos ven llorar, por lo que reconozco que nosotras lo usamos a conveniencia, bueno, para aquellas que se les da fácil el llanto, entre las que lamentablemente no me encuentro. El hombre mientras tanto, si ha demostrado que lo es de verdad, y ha enfrentado las verdes y las maduras se les permite llorar en determinadas ocasiones como puede ser la muerte de la madre, la impotencia por no poder coger a alguien por el cuello y otras poquísimas situaciones, y en esos casos se oye decir  a los demás “de verdad que tiene que dolerle porque para que él llore tiene que ser grave”, y claro que el dispensado en ese momento no puede abusar de la situación porque cae en el desprestigio social si abusa del “llantico”. Pero me resulta interesante que parece que las muy criticadas telenovelas (pero muy vistas aún por sus detractores) están resultando un medio transformador de este criterio ancestral tan arraigado, ya que los protagonistas masculinos -que demás está decir que son muy machos- lloran a  moco tendido por amor, y a hombres y mujeres nos conmueve y se nos encoge el corazón, lo cual a mi me parece magnífico,  ya que están mostrando una nueva visión del llanto masculino y su necesidad como expresión humana, independiente del sexo. Los afectos tienen dos dimensiones, la interna que son las vivencias afectivas y en las cuales están implicadas diferentes estructuras internas y sus funciones y por eso nos late el corazón más fuerte, nos enfriamos, temblamos, palidecemos, etc. y estas no pueden ser reguladas a voluntad, y la dimensión externa que es la expresión conductual del afectos y estas son aprendidas, y lógicamente ambas deben estar equilibradas, para que seamos sanos emocionalmente. Entonces ¿dónde queda el llanto? Inicialmente es una manifestación interna, intuitiva, y tanto es así que lo primero que hacemos al nacer es llorar para decir que estamos vivos, por lo que es una forma esencial de comunicación humana, y después, con el transcurso de los años se convierte en un acto que puede ser más o menos controlado por la voluntad, que es el caso de la diferencia entre hombres y mujeres. Pero lo más lamentable del caso es que si no se deja expresar el dolor con toda la intensidad que se necesita -y eso nos lo proporciona el llanto- corremos el riesgo de dañar los procesos afectivos humanos que son imprescindibles para tener una vida plena, por eso es que invito a mis lectores a pensar en esto y comenzar  a despojarse de estereotipos y prejuicios. Y solo para las mujeres ¿Acaso no nos da deseos de apachuchar a Brad Pitt si lo vemos llorando en la pantalla? Vamos… que no hay mujer que se resista cuando se ve a un macho llorando.

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