ribbon

Los discursos martianos los diez de octubre de 1888 y 1889

11 de octubre de 2024

|

 

índice

Todo parece indicar que fue José Martí quien inició la costumbre que se mantiene hasta hoy de recordar como un festejo patriótico el día diez de octubre para conmemorar el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en su finca Demajagua en mil 868. Se conservan los textos de sus palabras pronunciadas en Nueva York ese día en los años de mil 887 a mil 1891. Los dos primeros fueron en el Templo Masónico de la urbe y los tres siguientes en la sala Hardman. Estas reuniones, anteriores a la fundación del Partido Revolucionario Cubano, indican la preocupación martiana por impulsar la actuación unida de la emigración y darle a esta un papel destacado en la preparación, desde los inicios, de los planes para la lucha armada contra el dominio colonial español.

Los discursos de Martí demuestran la madurez alcanzada por su concepción de la necesidad de acudir a las armas para alcanzar a la independencia que nunca sería admitida por la monarquía hispana y la importancia a escala antillana y continental de esa liberación cubana, la cual debería sortear a tiempo el creciente peligro advertido por él de la anexión de la Isla a Estados Unidos. Son piezas de elevado valor literario, que demuestran una concepción elaborada de los caminos que se abrían en el mundo finisecular y del destacado papel que el orador otorgaba a Cuba libre ante el cambiante mundo moderno. También puede apreciarse en sus palabras la fuerza analítica, ética y sentimental de quien lograba convencer y entusiasmar con lo que ya se develaba como un novedoso proyecto político y social.

El primero, de 1887, es una imponente y extensa oración que se inicia refiriéndose a los que cayeron sobre la tierra dando luz, como caen siempre los héroes”. Señala que no los ha reunido “ni la debilidad, ni la temeridad” y entrega un análisis brillante acerca de cómo sería la nueva contienda de amor a la patria, idea que sintetiza en las frases finales: “¡Con velar por la patria sin violentar sus destinos con nuestras pasiones: con preparar la libertad de modo que sea digno de ella!”

El discurso de 1888 Martí lo califica de “brevísimo”. En verdad no se atuvo al superlativo, aunque fue más reducido que el anterior. También habló en Templo Masónico de Nueva York. Inicia sus palabras planteando “el deber de afrontar el desorden y descomposición que, con ayuda de nuestros mismos hermanos extraviados fomenta el déspota hábil para tener mejor sometida a la patria.” Su emotivo análisis culmina llamando a la unidad de “los de mañana y de los de ayer, los convencidos de siempre y los que se vayan convenciendo; los que preparan y los que rematan, los trabajadores del libro y los trabajadores del tabaco: ¡juntos, pues, de una vez, para hoy y para el porvenir, todos los trabajadores!” Sus palabras finales llaman al combate libertador: “Muramos los unos, y prepárense, los que no tengan el derecho de morir, a poner el arma al brazo de los soldados nuevos de nuestra libertad. De pie, como en el borde de una tumba, renovemos el juramento de los héroes.”

Galería de Imágenes

Comentarios