Los colmillos de elefantes = ¿Desaparición del elefante africano?
14 de junio de 2013
|El tráfico ilegal del marfil (colmillos de elefantes) es un negocio lucrativo y cruel. A pesar de estar prohibido desde 1989, se encuentra en plena expansión, según la red que controla el tráfico de animales salvajes, la ONG Traffic. Los responsables de esta red apuntan a China, EE.UU. y Japón como los principales destinatarios de este mercado negro. La República Democrática del Congo, Camerún y Nigeria son los países origen de este valioso contrabando.
La falta de control en el tráfico ilegal de los colmillos y los beneficios que puede aportar animan cada vez más a los cazadores furtivos. Si en 1989 un kilo de marfil valía unos 75 euros en el mercado negro, en la actualidad supera los 500 euros. Por ejemplo, en Gabón, el precio del marfil tras matar a un elefante ha pasado en un año de 40 dólares a 300; y en China llega a los 2.000 dólares.
El director de la agencia de Parques Nacionales de Gabón describe su trabajo más como el de un militar que como el de un conservacionista. “Cada mañana temo llegar a la oficina y ver los mensajes. El otro día había 40 elefantes abatidos a los que les habían quitado la cabeza con una sierra mecánica. Además, han empezado a dispararnos (los traficantes) y hemos tenido que movilizar al Ejército”. Añade también sobre el elefante en el África central, “si no lo arreglamos en cinco años, la especie va a quedar ecológicamente extinta, reducida a poblaciones aisladas, serán bosques tropicales como zoos”.
El empuje de la demanda parece demasiado alto como para poder frenarse solo con la policía. En contra de las leyes de mercado, los traficantes pagan más a los cazadores locales por el marfil de las zonas donde hay más elefantes. Así saben que conseguirán más piezas para el contrabando. El panorama que los expertos presentan se parece cada vez más al que dibujaría una agencia contra la droga: hay informaciones de 15 guardas muertos en Kenia, grupos armados de Sudán que entran en Camerún con fusiles a abatir 300 elefantes.
El comercio ilegal ha desbordado claramente el medio ambiente. No es un problema ambiental clásico con una solución convencional. El responsable en Asia de la ONG Traffic resume: “Es un problema de seguridad nacional, de aduanas, de comercio internacional, de lavado de dinero, con implicaciones en la medicina y la alimentación”.
Esta ONG que lucha contra el comercio ilegal de especies amenazadas, en 2011detectó 13 grandes cargamentos de marfil interceptados, frente a seis en 2010, ocho en 2009 y dos en 2007. La curva es claramente ascendente.
Señalan los expertos que la manera más eficaz de combatir esta situación sería atacar al
mismo origen del contrabando, ya que éste, cuando alcanza el mercado internacional es
muy difícil de erradicar. Las pruebas de ADN de los colmillos pueden ser de gran ayuda para localizar con exactitud la fuente. Por ello, algunas instituciones policiales han comenzado a utilizarlo.
El elefante africano podría desaparecer dentro de diez o quince años si no se detiene el tráfico ilegal de marfil. Este paquidermo se encuentra en grave peligro. Los últimos estudios señalan que estos imponentes y paradigmáticos mamíferos podrían desaparecer en una década. La naturaleza, y los propios seres humanos, no se pueden permitir que desaparezca. Diversas razones medioambientales, económicas, culturales y antropológicas así lo avalan. Para evitarlo, es fundamental acabar con el tráfico ilegal del marfil, este pone irremediablemente al elefante africano a una situación extrema
Un experto de la Universidad de Washington, estima su extinción en una década, según sus cálculos, hace veinte años había más de un millón de ejemplares. En la actualidad, no superarían los 470.000 y el ritmo de caza ilegal es cada vez mayor.
Razones por las qué no hay que dejar que desaparezcan los elefantes:
. El ecosistema se desequilibraría: la pérdida del elefante alteraría de forma
grave al resto de su hábitat, al tratarse de un animal fundamental para otras
especies.
. Desaparecería un ser inteligente, capaz de autoreconocerse a sí
mismo, organizarse para cooperar en grupos y mostrar sentimientos.
. Las poblaciones locales se verían afectadas: el desarrollo económico y social de
muchos poblados africanos ha estado y está ligado a los elefantes. Se han recopilado incluso relatos de aborígenes que salvaron la vida gracias a estos mamíferos. Por tanto, un problema más que se añadiría a los que ya sufre este
continente y sus habitantes.
. Se perdería un icono cultural y antropológico clave: el elefante es un animal que forma parte de la cultura y la historia de las sociedades humanas pasadas y presentes.
. No desaparecería una especie, sino dos: el año pasado, un estudio de la revista
“PLoS Biology” confirmaba que el elefante de la sabana africana y el más pequeño
elefante de bosque son primos lejanos que han estado separados de dos a siete
millones de años.
¿Cómo es el elefante africano?
Es el mayor mamífero terrestre que existe en la actualidad. Se trata de una de las tres últimas especies de elefantes que sobreviven actualmente, siendo las otras, el elefante africano de bosque (Loxodonta cyclotis), y el elefante asiático (Elephas maximus). El elefante africano es un poco más grande que el elefante asiático. Llega a medir unos cuatro metros y pesa alrededor de seis toneladas. El elefante africano de sabana se caracteriza por su gran cabeza, amplias orejas que cubren los hombros, trompa larga y musculosa, la trompa en su extremo está rematada por dos lóbulos que pueden usarse a modo de “mano” para agarrar objetos, como por ejemplo comida y agua que el animal se lleva a la boca (algo muy útil teniendo en cuenta que estos animales no tienen casi cuello), la trompa también se usa para oler, darse baños de agua y de polvo. Además del olfato, el oído y el tacto, los elefantes reciben también bastante información por medio de vibraciones en el suelo que recogen por la planta de los pies (estas pueden ser emitidas por otros elefantes) por ejemplo, hembras que están ovulando buscan un compañero en la época de celo. También identifican las primeras vibraciones de los terremotos o las que provocan los cursos de agua, en ocasiones muy alejados del animal. Presentan dos “colmillos” en la mandíbula superior, bien desarrollados en ambos sexos aunque mayores en los machos. Tienen una longevidad entre 40 y 50 años. No tiene enemigos naturales, con excepción del hombre. A partir de los 40 años sus dientes se desgastan y le es imposible comer, entonces mueren. En cautiverio viven más tiempo por los cuidados y alimentación que reciben, y pueden llegar a los 60 años.
Los elefantes tienen una forma de vida matriarcal, siendo la hembra de más edad la que dirige el grupo. Las hembras adultas permanecen con la familia, mientras que los machos cuando alcanzan la pubertad viven solos o con otros machos formando grupos temporales que visitarán a la familia, al grupo de hembras y crías de forma esporádica. Tener un bebé elefante es un compromiso muy serio. El embarazo de las elefantas dura más que el del resto de mamíferos, casi 22 meses. Las elefantas suelen dar a luz una cría cada dos o cuatro años. Al nacer, los elefantes ya pesan unos 90 kilogramos y miden un metro de alto.
Lo más probable será que mis biznietos conozcan al elefante africano por medio de fotografías, videos y filmes, pues este enorme paquidermo desaparecerá de la faz de la Tierra si los países involucrados no toman medidas más enérgicas contra el comercio de marfil.
Recordemos que…”la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.
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