Los casuarios y la conservación de la selva tropical neoguineana
16 de noviembre de 2018
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“Desde sus inicios, la conservación ha tenido un problema con la gente. El terrible historial de marginalización de los indígenas y las comunidades locales que viven en los ecosistemas designados para protección ha hecho que recuperar la confianza de estos grupos y construir relaciones con ellos sea uno de los aspectos más complicados para la conservación actual”.
¿Quiénes son los casuarios? Los casuarios (Casuarius) son un grupo de aves paleognatas, ¿por qué se llaman así? Porque presentan una compleja estructura ósea en la mandíbula superior, que es muy antigua, y por lo que es denominada paladar paleognato. De manera que son parientes cercanos de los dinosaurios. Se distribuyen en Australia y Nueva Guinea.
Son aves solitarias no voladoras que viven en la selva lluviosa tropical, donde se alimentan de las frutas que caen de los árboles y de algunos hongos y también de pequeños animales.
Tienen una gran protuberancia ósea sobre la cabeza, llamada casco, que puede brindar protección al ave en los momentos en que el animal se desplaza entre la densa vegetación de su hábitat. Presentan un plumaje muy característico de color negro y con las plumas muy ásperas.
Son aves muy grandes, que muchas veces tienen un comportamiento violento y peligroso, pueden llegar a infligir serias heridas a cualquier intruso, saltando sobre este y golpeándolo con sus grandes, sólidas y fuertes patas, con tal fuerza que pueden rajar el cuerpo de la víctima y hasta matarlo.
La hembra se puede aparear con varios machos, armando una nidada con cada uno de ellos. Ponen sus huevos en un lecho de hojas en el suelo boscoso. Los pichones son cuidados por los padres durante nueve meses. El macho se hace cargo de la incubación, pero ambos progenitores cuidan a las crías.
Se conocen tres especies: Casuarius casuarius, Casuarius bennetti y Casuarius unappendiculatus.
La primera especie también es llamada casuario común o austral, endémica del norte de Australia y el sur de Nueva Guinea. Alcanza 1,80m de altura. Ha sido declarada como “Vulnerable” por la UINC. Una especie se considera vulnerable cuando, tras ser evaluada por la UICN, es clasificada en esta categoría de la Lista Roja tras determinarse que enfrenta un alto riesgo de extinción en estado silvestre.
La segunda es el casuario menor o de Bennett, autóctona de las islas de Nueva Guinea, Nueva Bretaña y Yapen. Fue nombrada en honor al naturalista, médico, y curador australiano de origen británico, George Bennett (1804-1893). Fue declarada “Casi Amenazada”, porque tras ser evaluada por la UICN, no satisfizo los criterios de las categorías vulnerable, en peligro o en peligro crítico de la Lista Roja, pero está cercana a cumplirlos o se espera que así lo haga en un futuro próximo.
La tercera, es el casuario unicarunculado o de Salavati, endémica del norte de Nueva Guinea. Catalogada como “Vulnerable”.
Un estudioso de estas aves que lleva más de 20 años siguiéndoles la pista, es el Dr. Andy Mack, él proclama que son relativamente inofensivas. Él debe saberlo bien por la cantidad de años que lleva en la remota selva de Papúa Nueva Guinea haciendo un seguimiento por radio de los excrementos de los casuarios y siguiendo la pista de los movimientos de semillas.
Más allá de su trabajo como reconocido estudioso de los casuarios, el Dr. Mack ha trabajado en asuntos relacionados con la conservación local durante mucho tiempo, y sus más de 20 años en Papúa Nueva Guinea le han servido como fundamento para su libro Searching for Pekpek: Cassowaries and Conservation in the New Guinea Rainforest (Buscando a Pekpek: casuarios y conservación en la selva de Nueva Guinea). También ha creado un programa de formación en conservación para los estudiantes del país —programa que ha evolucionado en el Instituto de Investigación Biológica de Papua Nueva Guinea. Lo que Mack ha aprendido después de 20 años de trabajo sobre el terreno, es que la conservación proviene de las personas. Él cree que los mayores logros del movimiento de la conservación no provienen de grandes grupos conservacionistas ni de grandes proyectos, sino de iniciativas más pequeñas que ponen dinero y confianza en manos de las comunidades locales.
En una entrevista expresó: “La conservación resulta cuando alguna persona, o normalmente un grupo de gente, cambian su comportamiento. La innovación y las herramientas pueden ayudar a catalizar esos cambios, pero el nexo real se reduce a los conservacionistas que trabajan por el cambio y a su interrelación con la gente que cambia su comportamiento. A menudo, estos conservacionistas están en el terreno y hablan con vecinos, ejercen presión sobre sus líderes y les urgen y persuaden para que cambien… Confieso que la mayor parte de mi participación en la conservación no tiene que ver con innovaciones emergentes ni tecnología atractiva. Intento formar a jóvenes conservacionistas en Nueva Guinea y respaldarles con el apoyo que necesitan para conseguir logros significativos…. Ciertamente, la tecnología ofrece a la conservación todo tipo de nuevas herramientas, pero si no están en las manos adecuadas no sirven de nada. Los desarrollos más prometedores, en mi humilde opinión, no son artilugios electrónicos ni sofisticados modelos de simulación, ni la ingeniería genética. Los desarrollos más prometedores son los jóvenes indonesios, papú neoguineanos, bolivianos, etc., dedicados a la conservación en los bosques tropicales de su país”.
Recordemos que… “la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla
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