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Los accidentes por impacto

13 de abril de 2017

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Teckel accidentado por caída desde un balcón. (Foto: Fernando Gispert)

Teckel accidentado por caída desde un balcón. (Foto: Fernando Gispert)

 

En nuestra comunidad veterinaria llamamos coloquialmente “accidentes por impacto” cuando los animales son golpeados por un automóvil o cuando caen de alturas considerables y se impactan contra el suelo.

Desgraciadamente estos tipos de accidentes se presentan más a menudo de lo que quisiéramos. En nuestra consulta, como promedio, una vez por semana debemos lidiar con la angustia de tratar un animal atropellado por un auto, un bicitaxi, un carruaje. También por caídas desde una azotea o un balcón.

Las caídas desde balcones y azoteas son totalmente evitables solo con la vigilancia adecuada y la colocación de vallas de contención, cercas, así como otros aditamentos que impidan a los animales alcanzar el borde al vacío. En ocasiones el mismo animal tiene varios accidentes parecidos, lo cual habla de un propietario irresponsable y la falta de leyes que lo juzguen.

Un factor de riesgo es la arquitectura de La Habana Vieja que tiene características especiales. Es una zona de calles antiguas, estrechas y de edificios relativamente altos. Ante una falta de prevención, los animales pueden caer desde los balcones o azoteas. En las calles, en ocasiones un chofer no tiene tiempo de frenar ante un animal que cruza rápidamente. Por otro lado hay varias arterias, como la Avenida del Puerto, Zulueta y Egído, donde el tránsito debe ser rápido con el objetivo de no congestionar las calles secundarias.

Una de las causas más comunes de accidentes de tránsito es el mal hábito que tienen algunos propietarios de no colocar correas de control al caminar con su mascota. Al pasearlos, sacarlos a socializar o llevarlos a la consulta, los animales andan libres. Al cuestionarlos sobre el hecho,  contestan con orgullo frases como: “El me hace caso solo a mí”, “Yo lo tengo entrenado”, “El es tranquilo”, “Ellos tienen derecho a estar libres”, “Nunca ha pasado nada”…

Desgraciadamente, en ocasiones los accidentes fatales suceden una sola vez…con eso basta. Otras veces no son fatales pero las consecuencias pueden ser deformantes de por vida.

La correa en la mascota no es un medio de tortura, es una extensión para controlarlos fuera del hogar. A los clientes les explicamos que andar con el animal suelto en la calle sería similar a caminar con un niño de 5 años sin llevarlo de la mano. Los animales son notablemente inteligentes, pero no están preparados para conocer las miles de reglas de urbanidad humanas: ladran a deshora, corren, juegan, rompen y son entes individuales capaces de realizar cambios de comportamientos imprevistos aun para ellos mismos. Muchas personas sufren fobias por los animales y no es necesario que estén angustiadas por ver un rottweiler de 120 libras suelto, caminando detrás del dueño; para ellos es como para nosotros ver caminando por la ciudad un tigre o un león…

La inteligencia de las mascotas es subestimada con frecuencia. Un hecho común en nuestras clínicas veterinarias es que el animal viene con una dolencia y mientras espera en la antesala, escapa y es atropellado por un auto. La memoria de la manipulación médica, muchas veces traducida en incómodas posiciones impuestas, así como la dolorosa inyección, hacen que nuestras mascotas se angustien ante la visita al veterinario… y huyan.

Las autoridades y veterinarios tenemos el deber de educar a nuestra población en la necesidad de ser responsables en la prevención de riesgos y vulnerabilidades ante accidentes por impacto. En las consultas veterinarias cubanas, según la Resolución 134/97 y 52/13 del Ministerio de la Agricultura en su anexo 2, no es permitido el manejo de animales sin collares y bozal. Solo hay que hacer cumplir la ley.

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